Te cuento que hace algún tiempo estaba siguiendo la trayectoria de ese grupo de eruditos cristianos evangélicos que se maravilló con las evidencias académicas que estaban proporcionando los eruditos mormones respecto al Libro de Mormón y las doctrinas de la Iglesia.
Fue un grupo que incluso se metió en problemas que amenazaban su fuente de trabajo al haber declarado que los razonamientos mormones eran válidos para un público instruido y que hasta habían despertado la admiración de expertos de renombre en sus propios campos.
Uno de ellos, Paul Owen, del que seguro ya has tenido noticia, no sólo quedó en ese punto sino que posteriormente se declaró públicamente, y en sus propios artículos académicos, un fan del Libro de Mormón, y que consideraba inspirado a José Smith, aunque no haya querido nunca unirse al mormonismo ni tuviera planes de hacerlo. Simplemente estaba maravillado con la complejidad del Libro de Mormón y la doctrina obtenida a través del profeta José Smith, aunque, su propia convicción religiosa era otra totalmente distinta.
Hay muchas personas que no me entienden cuando yo expreso mi fascinación por el mormonismo y su doctrina, y con toda incredulidad me dicen que tales aberraciones sólo los necios podrían considerar de bellas; pero, con el tiempo se han ido sumando más y más genios, intelectuales y gente de buen criterio y honesta, adhiriéndosenos a la maravilla y el asombro.