Añadiría que el mediocre busca su público, no es el público el que viene a él. Es decir, el mediocre sólo se siente cómodo entre los suyos, trata de ignorar a aquellos que sabe que pueden hacerle sombra, evita a los más capaces porque conoce sus limitaciones y sabe que sólo el público que él elige aceptará sin rechistar sus mediocridades.
Digamos que aquel que se auto alaba también alaba los oídos de los que tienen que escucharlo para hacerlos receptivos a sus simplezas y prestos al aplauso fácil.
La persona que se auto alaba (Aparte de que el marxismo le exija hacerlo así) no siente interés alguno por ser entendido o leído por su público, busca acrecentar su ego en un fantasmagórico paisaje que él mismo crea.
El soberbio es capaz de ningunear a personajes como Cristo, Buda, San Francisco, Santo Tomás o al mismísimo Salomón que decía que donde hay soberbia hay ignorancia pero que donde hay humildad hay sabiduría.
No obstante hay que tener cuidado no nos vaya a pasar lo que decía Oscar Wilde: ¡¡Un tonto nunca se repone de un éxito!!