Estrellita, es complicado hablar de este tema, pues se pone en juego la memoria de las víctimas, pero intentaré hacerlo con el mayor respeto posible.
Condeno tajantemente el actuar de Diaz Ordaz, que de eso no quepa ni la menor duda; sin embargo, una cosa sí es muy cierta, si no se hubiera actuado contra estos levantamientos, a mediano plazo, la república se habría puesto en tremendo riesgo. Condeno la forma, más no el fondo.
La gente recuerda a los jóvenes manifestantes, pero no recuerda, pues algunos ni siquiera lo saben, que fue el Partido Comunista quien tomó las riendas del movimiento. Ya conocemos la radicalidad del comunismo, no voy a hablar al respecto. Dijo Luis González que no se podía llegar al comunismo sin una previa revolución socialista, como la que lideraron Castro y Guevara en Cuba, y que eso jamás pasó. No, jamás pasó, porque Díaz Ordaz la detuvo mucho, pero mucho, tiempo antes.
A la fecha, Marcelino Perelló Valls sigue confirmando los intereses que el PCM tuvo en el movimiento, y se sigue declarando abiertamente comunista. Nadie señala eso, nadie.
Se acercaban, además, los Juegos Olímpicos, y, como siempre, el gobierno estaba decidido a dar una buena imagen, costase lo que costase.
¿Qué hubiera hecho yo?
Si te digo que existe un momento de excepción en la vida pública de mi país y yo soy gobernante, no podría aludir a la razón de Estado para justificar una masacre. Decía Maquiavelo que aplicar la razón de Estado "con objeto de conservar o incrementar la salud y fuerza de un Estado, bajo el supuesto de que la supervivencia de dicho Estado es un valor superior a otros derechos individuales o colectivos. Dichas medidas adoptadas pueden ser perfectamente legales". Las medidas que tomó Díaz Ordaz podrían ser legales en pro de la seguridad nacional, pero no es ético mandar a asesinar a tu propio pueblo. Yo hubiera buscado un acuerdo de paz enviando un grupo de emisarios respetados/respetables para contactar con los líderes estudiantiles, que bien podrían ser los intelectuales de izquierda de esa coyuntura, como hizo Zedillo al nombrar a Emilio Rabasa negociador en el 94 con los zapatistas, o satisfacer sus demandas parcialmente con el fin de detener un movimiento armado. Te formulo la misma pregunta.
Por cierto, yo voté por el cretino de Mancera.
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¿Qué hubiera hecho yo?
Creo que Díaz Ordaz cometió un error al excederse de confianza. Los estudiantes no eran el problema, sino los agentes comunistas que posteriormente tomarían las riendas del movimiento. Se había hecho un buen trabajo de inteligencia; incluso el cuartel del PCM fue cateado y varios de sus militantes aprehendidos. La Policía Secreta se había podido infiltrar en el partido, había espías, tenían grabados los discursos de Perelló y de otros líderes. Sabían exactamente lo que pretendían.
Yo me hubiera enfocado en el desmantelamiento del Partido Comunista, y en el bloqueo de toda propaganda comunista del exterior. Una lucha librada a través de inteligencia. Y, de hecho, en eso consistía el plan, mismo que la CIA había diseñado para Ordaz, pero las cosas se salieron de control, como siempre, por una falla en el control de impulsos de quien, en ese entonces, estaba al mando de la policía y las fuerzas armadas.
Yo les hubiera permitido manifestarse, ocupar la plaza e incluso bloquear algunas vías. Los hubiera dejado importunar a la sociedad para que ellos mismos ganasen impopularidad, y justo cuando la sociedad, harta del desorden, me demandase acciones, justo en ese momento, hubiera echado mano de la fuerza pública. Por supuesto, sin emplear armas de fuego.
Y es que ese es el problema con el derecho a manifestarse, que suele anteponerse, erróneamente, a otras garantías. El derecho de manifestación no está por encima de ningún otro derecho, pero eso es algo que debe ser legitimado por la misma sociedad. Si se reprimen las manifestaciones en sus primeras etapas, se gana uno el título de «tirano», pero si se reprimen con el respaldo del pueblo, se vuelve uno «libertador».
Un ejemplo lo podemos ver con el ambulantaje en el Centro Histórico. Primero, «déjenlos, es su única fuente de ingresos...», pero cuando ya tenían prácticamente secuestradas la plaza y las calles, «quítenlos, quítenlos...».
Así que yo, como Poncio Pilato, en atención a mi pueblo, nada más.
Se acercaban los juegos, así que también hubiera protegido la sede para garantizar su consecución, pero no a balazos.
Yo también voté por Mancera, y lo volvería a hacer si se lanzara como candidato independiente.
Por cierto, no terminaste de contarme lo de la «pseudoizquierda». Quiero hacer unos comentarios respecto a algunas cosas que planteaste, pero no lo he hecho precisamente porque, según yo, no te has explayado.