
Iniciado por
etanol
Si que sirva de precedente, te pego un trocito.
Guardalo bien, no me vengas con milongas luego.
Y el obispo militar castrense, que año tras año azuzó a los católicos a ir a la muerte parti-cipando en uno de los crímenes más monstruosos de la historia universal, capaz de escribir en una carta pastoral de 1942 que: «Como soldados aguerridos seguiréis avanzando por el camino triunfal con orgullosa confianza en el Führer y comandante supremo de las fuerzas arma-das»; que en 1943 presentaba a su carne de cañón como modelo el camino hacia el sacrificio de Cristo, exigiendo «¡que lata en vuestro pecho de soldados valerosos un corazón intrépido y resuelto cuando el Führer y comandante supremo os imponga nuevos sacrificios en aras de la victoria final!... ¡que la contemplación de Cristo abra vuestras mentes, vuestros ojos y vues-tros oídos!; un hombre así fue capaz, todavía en 1944, de comparar en otra carta pastoral la lucha de los soldados hitlerianos con la pasión de Cristo y permitirse estas fiorituras retóricas: «El sacrificio fue desde siempre el adelantado de la luz y de la vida... Bajo el signo del sacri-ficio, nuestra época dará a luz nuevas y grandes empresas... A la luz de estos momentos se distinguen los hombres grandes de los mezquinos, los espíritus heroicos de los viles... Duran-te los días y semanas venideras vuestros sacerdotes castrenses, en el frente y en la guarnición, se habrán de esforzar como nunca en aparecer ante vosotros como predicadores de la doctrina de Cristo y como 'administradores de los secretos divinos'. Os habrán de ofrecer por doquier la posibilidad de elevaros siguiendo el sublime ejemplo de Cristo...». Y todavía en 1945 el suplente de Rarkowski, Werthmann, arengaba así a las tropas de Hitler: «¡Adelante, soldados cristianos, por el camino hacia la victoria!».