
Iniciado por
Legendario AG
Amigo Torquemada:
Hace ya unos 30 años, en el pueblo de mi mujer, fui invitado a la presentación de un cura muy culto sobre los evangelios.
Quien me invitó lo hizo de mala fe: conociéndome, me pidió que fuese quien rebatiese todo lo posible. Y asumí esa postura de terrorismo anti-evangélico.
Pero el cura, nada tonto, empezó pidiéndonos que "nos despojáramos de todo el bagaje intelectual y que le creyésemos como si fuésemos niños".
Con eso me desarmó parcialmente. La exposición fue muy culta, muy interesante. La gente estaba encantada, y por un momento pensé que nada tenía yo que hacer en ese auditorio.
Ante mi "pasmado", quien me invitó me envió miradas fulminantes para que reaccionase.
Lo único que pude hacer en ese momento fue preguntarle al cura qué carajos hacía en un desayuno burgués cuando su papel era estar con los pobres (que por cierto, en mi país abundan). El que se calló fue él, pero ninguna de las partes quedó satisfecha.
Pero la vida da oportunidades.
Quince años después, una hija mía me comentó que asistiría a una conferencia de un ex-cura erudito. Me dio su nombre. Le di mi tarjeta de presentación para que lo invitase a cenar para platicar de muchas cosas.
Su vanidad (era ya un hombre famoso) le hizo aceptarla.
La cena fue una delicia. El hombre se había vuelto agnóstico. Había dejado a los jesuítas, y su forma de vivir era la exposición de sus conocimientos.
Obviamente me recordó, y me dijo que yo había sido parte importante de su renuncia a los hábitos.
Nos reímos juntos de eso de "despojarnos del bagaje intelectual". Reconoció que era un truco jesuita muy efectivo.
Y en esa cena, me contó del sentido religioso, de que mucha gente cree percibir cosas por inducción clerical.
Fue todo un aprendizaje.
Jean de Boss falleció un año después. Reconozco su talento.
Muy interesante tu historia. Muchas veces me pregunto qué es lo que motiva a un hombre a hacer el papel de santo. Considerando que el celibato fue un invento del siglo IV, donde elementos como San Agustín, después de haber llevado una vida promiscua, lograron imponer el celibato, no entiendo como un hombre, como tal, o sea, en toda su integridad, pueda prescindir de la necesaria compañía de una mujer para "consolarle" y calentarle en las noches frías.
"El hombre, en su orgullo, creó a Dios a su imagen y semejanza" (Nietzsche)