Así, todo proviene de una celebración que buscaba explicar por qué se producía la noche más corta del año (21 de junio). Las creencias sostenían que el Sol estaba enamorado de la Tierra y se negaba a abandonarla, por eso, ese día los celtas celebraban la festividad de Alban Heurin en la que encendían hogueras para pedirle al Sol que no se fuera del cielo.
Con el tiempo, la festividad evolucionó hasta convertirse en "una tradición cristiana".