A menudo a los primeros cinco libros de la Biblia (de Génesis a Deuteronomio) se les llama la Ley.

En otras ocasiones, este término se usa con referencia a todas las Escrituras Hebreas inspiradas.

Sin embargo, los judíos normalmente consideraban que todas las Escrituras Hebreas se componían de tres secciones:
“la ley de Moisés”,
“los Profetas”
y “los Salmos”. (Lu 24:44.)

Asimismo, en Israel también eran obligatorios los mandatos que transmitían los profetas.

En la Ley se reconocía a Jehová como Soberano absoluto y también como Rey de una manera especial. Por consiguiente, puesto que Jehová era Dios y Rey de Israel, la desobediencia a la Ley era una ofensa religiosa y un delito de lesa majestad, es decir, una afrenta contra el Cabeza del Estado: el Rey Jehová.
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