Lo dicho. El “debatiente” fanático es incapaz de centrar el diálogo sin ensuciar y desviar, y lo hace con una constancia admirable. Sus inocuas convicciones están grabadas en piedra; son semejantes a los moai de la Isla de Pascua, incapaces para tocar la vastedad de oceàno de verdades que tienen ante sì, e igual que tan fantásticas obras, al parecer poseen la dureza de entendimiento, tal como la roca.


Sin empacho, convocan a sus correligionarios a “luchar”, victimizándose como corderos en el matadero, renunciando con esta y otras conmiseraciones, a una discusión objetiva y ausente de apasionamientos. Seguramente esperan a que su inmoral líder se “pronuncie”. Y claro, nuevamente diràn que llamar “inmoral” a su líder, es un insulto.

Desde luego, es entendible que personas tan sometidas a tan lamentable nivel de razonamiento, no atinen sino a atesorar la herencia de prejuicios e intolerancia combativa, y siempre allanados en la anciana hostilidad clerical. La cuàl supone el amor mutuo, pero que està siempre dispuesta a vulgarizar todo cuanto toque y quede a su alcance.

Bastante es con atisbar la anemia moral e intelectual de sus declaraciones, desbordadas de duplicidad. De un extremo se les mira proclamar el amor, y del otro soportar la indiferencia ejemplar del Vaticano y del resto de las organizaciones religiosas afines al catolicismo, mientras cientos de infantes son violentados en su intimidad sexual y espiritual. De las afirmaciones de los manipulados, y manipuladores católicos, se desprende un disfraz de apego a las normas cristianas, (que de paso sea dicho, su extensión, del cristianismo, no se atiene únicamente a los católicos, como se ha querido exponer.), pero puntualiza ciertas excepciones; excepciones que difícilmente pueden quedar dentro de una idea o concepto de “amor”. Jamàs hablan del Santo Oficio; tampoco de los cristeros. Ambos asuntos, con verdaderos episodios que abaten al oyente o lector, por lo irascible que puede llegar a ser un fanático ignorante, con disposición para asesinar, torturar, lastimar y mentir, entre otras lindezas.


Yo la verdad no creo posible conciliar el amor y el odio, y envasarlos con pretensiones de imparcialidad, poniendo de manifiesto un fingido amor al cristo, y su difundida vida y obra ejemplar(dentro de èste contexto). Por eso, un fanático no puede ser tomado en serio. Sus pasiones lo dominan, y lo convierten en un individuo peligroso, màs cuando se evidencia a voz en pecho una extracción ultraderechista, donde su irrefutable ideología conservadora, lo conduce a crear una mixtura, que sin duda sería factible dirigirla hacia determinados sujetos, que asì lo han pregonado, pero que no ciñe necesariamente ese malogrado intento de sinergia entre ateo e izquierdista. Asì, tal cual, existen católicos renegados que no se adaptan al ultraderechismo. A lo que sobre, no sería excesivo llamarles prejuicios; emitidos por personas, cuya engañosa ineptitud no se explica mas que en aras de la soberbia y el aferramiento a la herrumbre.

Se han creado sus propios demonios, y permanecen irredentos, escondidos entre sus miedos para saltar en ataques erráticos y violentos, ante quienes no se incorporen a su reino de embustes y charlatanería. Siendo èstos, los que se engalanan en la impostura católica, se comprende a cabalidad, el èxodo generado hacia otras ofertas religiosas y menos onerosas e ilusorias.


Conmovido he quedado de tan puntuales desplantes de fe, otorgados por la ultraderecha, y lo digo asì, porque difícilmente se puede aislar a un individuo de tales carácterìsticas, únicamente en la fe; o a lo que èl le llama fè. Sus planteamientos , cuestionamientos y elucubraciones, difícilmente pueden ser dignificados en lo impersonal, y nuevamente se descompone en imprecisiones, en las que habla de todo, menos del eje instaurado como punto de discusión para asì lograr solventar el diálogo.


Reiterativamente, pregunto:

Què tiene que ver el comunismo, con que lo que yo señalo, sea verdad o mentira?

Què tienen que ver los ateos, con que lo que yo apunto, sea verdad o mentira?


La anquilosis mental en todo su esplendor. Del “capìtulo” dedicado a las riquezas de la iglesia. La “venta de terrenitos en el cielo”, que comerciaba la iglesia a los indios americanos, y que ahora, por fortuna, y con la incorporaciòn de nuevos productos de consumo católico, los han dejado a plazos, bien puede explicarlo. Quizà sea el diezmo. Las limosnas. Las asociaciones con los poderosos. Alguna contraprestación por su silencio o apoyo ante la opresión de pueblos enteros por parte de dèspotas. El cobro de los sacramentos. Quièn puede saberlo a ciencia cierta?


Con la salvedad de que los hayan obtenido de su trabajo duro y honrado, casi cualquier cosa se puede contar.


De lo que toca a las escuelitas de la iglesia y sus “millones de millones” de becados. Primordialmente, funcionan como difusor de la religión católica. Viendo la finalidad, difícilmente se puede considerar una obra “gratuita”. Por el contrario, suena bastante rentable como generación de futuros católicos. Si acaso se le puede llamar inversión, pero nada de “obra desinteresada”.



Lo relevante del dìa, es que, por fin alguien con papelito de auditorìa en mano, nos va a informar pelos y señas de los ingresos y egresos de la iglesia católica. Eso si què es interesante ver. Esperemos.