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CHORIZO MAN
Es razonable que algunos se sientan benditos en la capacidad de desmentir mentiras (¿). Lo trascendente sería que pudieran desmentir verdades. La virtud de desvirtuar.
Parece ser que no se ha comprendido que las evidencias provienen de personas dentro de la organización católica. Catòlicos, al parecer, de buena fe, que supongo poco tienen que ver con los que mugen su ignorancia y fanatismo en escuetas negaciones, y sin colaboración alguna que demuestre o atenùe, al menos, el miserable argumento que perpetran, o lo que sea que guarde su intención. No se trata de un invento mìo. Preocupante para mi, sì es mirarles como se desbarrancan en la búsqueda de un paliativo que les auxilie y alivie el dolor de la mentira en la que viven, y que edifican con interminables calumnias, mientras observo su cruel y lenta agonía intelectual. Ellos no lo saben, pero lo único que obtienen con su autocomplacencia, por ende, autoengaño, es un mìsero placebo que no demora en arrancarles la lengua. Es lamentable, pero entiendo que no es culpa de nadie ajeno a ellos, y que no està en nuestro alcance el remediarlo.
Razòn por la que, su incertidumbre, depende de la enorme ignorancia que abrigan con sobrado esmero. Por ahì se les vè, presurosos por encontrar los remanentes de algún discurso que supure deshonestidad y mal gusto, para intentar contrarrestar los argumentos que ellos suponen como agresiones al nicho de la impiedad que resguardan tan celosamente. Y si acaso no es suficiente, equivocan totalmente las autorìas de lo que citan.
Para el fanático, es mejor condicionar las pruebas. Solamente les darán validèz, si su sacrílego líder asì lo razona dentro de los lìmites de la conveniencia de los privilegiados que representa.
Dicen que tal investigación es cierta o verdadera, no por que asì lo crean, sino por que asì se les dijo que lo creyeran. Y todo esto sucede en las fronetras que les permite su innegable profanidad. Son adjuntos seguidores del desacato intelectual.
Extremistas, como son, envilecen el doloroso testimonio de quienes resultan estropeados en su confianza hacia la organización religiosa de la que son parte, y demeritan ciegamente cualquier voz que emerge y ponga en peligro sus restringidas creencias. Pero si el “santo padre” lo dice, lo juzgan insospechable, no importa si el del Vaticano basa su dictamen también en “testimonios”.
En el asunto Maciel, es bueno aclarar, que el autor que destapò el escándalo de la pederastìa, es el mismo que ahora recaba estas nuevas evidencias acerca de la corrupción imperante en el Vaticano. Su nombre es Jason Berry, periodista del National Catholic Reporter.
Aclaro, que tampoco èsta vez tuvo nada que ver Matt Groening, ni Brad Bird, ni Carlos Marx.
Me hace gracia que siempre los conservadores alineen en la misma fila a quienes no comparten sus conclusiones. Sì. Nacì en Mèxico, pero no me mueve que se menosprecie a Mèxico. Yo no tengo arraigado el hàbito del nacionalismo. Es màs, me parece ridículo. Asì que, de mi cuenta, sì he condenando las aberraciones de sus curas, y de sus líderes; sobretodo las del hipócrita mayor, vende-niños, Juan Pablo II, y de su cómplice, Benedicto XVI.
A mi si me conmueve el daño que han causado a inocentes, y que por desgracia, su legado de suciedad continùa ostensible en los corazones de los hombres que corrompieròn con su codicia y simulación de la fe.
La aplaudida pronunciación al respecto, por parte del pèrfido pontífice es:
"El 19 de mayo de 2006 la Santa Sede confirmó que el papa Benedicto XVI había ordenado al padre Maciel que se abstuviera de ejercer su ministerio públicamente para llevar «una vida de oración y penitencia». De esta manera le prohibió el ejercicio del sacerdocio luego de ser acusado de abuso sexual contra seminaristas"
Limitò la condena a despojar de su sotana al engendro y lo mandò a rezar. Evidentemente, todos los sacerdotes violadores “temblaròn” de miedo ante tan profundo sentido de la justicia, y ante los cruentos sucesos.
Mèxico es un mar de corrupción. Yo no tengo argumentos para dispensar el decadente estado en el que se encuentran las instituciones. Es la realidad. No hay màs.
Ahora què, què tiene que ver Mèxico y los mexicanos con que lo que digo sea verdad o mentira? Solamente los paranoicos, fanáticos y monocromáticos están constantemente fabricando atajos. Especie de “macartistas”, que ven “rojillos” por doquier, por el menor comentario contra su marchita religión, y que gustan de degenerar el diálogo por medio de desviaciones, sin sustentar sus alegatos en la litis planteada.
Luego, màs.