Cita Iniciado por Ju@njo Ver Mensaje
Buenas KIMO,

Eso no es cierto, al joven rico si que se lo pidió y a los cristianos y discípulos de Jesucristo se lo enseñaba continuamente ya que lo tenían todo en común y lo repartían todo y nada era de nadie.

Nadie dice que sea necesario dar aquello con lo que ayudes a tus cristianos más cercanos que podrían estar en tu propia familia ni nadie dice que des aquello que te sea útil para predicar la palabra de Dios y su Evangelio.

Pero eso no quiere decir que un rico manteniendo sus riquezas esté haciendo bien, una cosa es tener lo justo y necesario y otra cosa es que te sobre mientras otros se mueren de hambre, como ya te dije anteriormente, Jesucristo y los primeros cristianos sí nos hablan en las escrituras de esos ricos que mantienen riquezas sin ponerlas al servicio de Dios o de los pobres que puedan necesitarlo.

Es decir los ricos de los que hablan las escrituras son aquellos que acumulan riquezas sin ponerlas al servicio de Dios y de los pobres, por lo tanto si pones tus riquezas al servicio de Dios y de los pobres dejas de ser rico y te mantienes con lo justo para seguir predicando el Evangelio de Dios que es justo la enseñanza del joven rico, no vale con haber cumplido los mandamientos, también es necesario dar tus riquezas a los pobres y seguir a Dios predicando su Evangelio.


"El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación;
pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba.
Porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus empresas." Santiago 1, 9-11

"Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos.
Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios." Mateo 19, 23-24

"No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;
sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan." Mateo 6, 19-20

"Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas." Mateo 6, 24

"Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye.
Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón." Lucas 12, 33-34

"¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán.
Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla.
Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros." Santiago 5, 1-3
Los primeros cristianos reunieron lo que tenían por una emergencia que surgió
y para alojar a los que vinieron de otras partes a celebrar la fiesta de pentecostes
y se quedaron para escuchar mas

Fueron hospitalarios
y le dieron a los apóstoles para que repartieran entre estos
cuando se acabo la fiesta se acabo la fiesta.

Y el hombre rico prefirió sus cosas que seguir a Jesús
fue una lección para los apóstoles, no un mandato para todo cristianos que se quedara indigente
y después depender que le dieran

A ningún nuevo discípulo se le exigió que antes de bautizarse se despojara de todo

hubo personas acaudaladas que siguieron a Jesus
EJEMPLOS (Mateo 27:57; Lucas 19:2, 9.)


(Mateo 27:57) Hacia el final de la tarde,
llegó un hombre rico de Arimatea que se llamaba José y que también se había hecho discípulo de Jesús.

(Lucas 19:2) Había allí un hombre llamado Zaqueo.

Era un jefe de los cobradores de impuestos. Y era rico.


(Lucas 19:9) Entonces Jesús le dijo:
“Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque él también es hijo de Abrahán.

(1 Timoteo 6:17) Dales estas instrucciones a los que son ricos en este sistema:
que no se crean superiores
y que no pongan su esperanza en las riquezas inseguras,
sino en Dios, que nos suministra abundantemente todo lo que disfrutamos.



¿Son incompatibles las riquezas y la adoración verdadera?
¿Deben los cristianos acaudalados sentirse culpables por tener dinero?
¿Espera Dios que los cristianos lleven una vida austera?

En la antigüedad, Dios no exigió a los israelitas que vivieran en la pobreza

La Ley de Moisés mandaba al pueblo que tuviera compasión de quienes sufrían reveses económicos y se veían sumidos en la pobreza
(Levítico 25:35-40).
Por otro lado, algunos israelitas se hacían ricos.
Por ejemplo, la Biblia dice que Boaz, hombre de fe e integridad que llegó a ser antepasado de Jesucristo, era “poderoso en riquezas” (Rut 2:1).

La situación no había cambiado en tiempos de Jesús.
Con la respuesta que le dio al hombre rico, mencionado al principio,
Jesús no pretendía promover el ascetismo, sino transmitir una importante lección


La congregación cristiana del siglo primero acogía a “hombres de toda clase” (1 Timoteo 2:4).
Entre ellos había personas adineradas, otras que llevaban una vida holgada
y muchas que apenas lograban cubrir sus necesidades básicas.

Es posible que algunos fueran ricos antes de hacerse cristianos
o que las circunstancias propicias y las buenas decisiones comerciales
les reportaran grandes beneficios después de haberse convertido al cristianismo.

Aunque la Biblia no desaprueba la posesión de riquezas, sí condena el amor al dinero.
El escritor bíblico Pablo indicó que “el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales”.
Además recalcó que, por permitir que el deseo de hacerse ricos ahogara sus intereses espirituales,
“algunos han sido descarriados de la fe y se han acribillado con muchos dolores” (1 Timoteo 6:10).

Es interesante notar que Pablo dio instrucciones específicas a los cristianos acaudalados. Dijo:
“A los que son ricos en el presente sistema de cosas da órdenes de que no sean altaneros,
y de que cifren su esperanza, no en las riquezas inseguras, sino en Dios,
que nos proporciona todas las cosas ricamente para que disfrutemos de ellas” (1 Timoteo 6:17).
Como indican estas palabras, existe el peligro de que las personas adineradas se vuelvan orgullosas y se crean superiores a las demás.
También pudieran sentirse tentadas a pensar que las riquezas ofrecen verdadera seguridad, algo que solo Dios puede darles.