[…] ¿De qué nos sirve insistir en que Dios inspiró las palabras mismas de las Sagradas
Escrituras si no tenemos las palabras mismas de las Sagradas Escrituras?
[…] El hecho de que no contáramos con esas palabras, razoné, demostraba
que Dios no las había preservado para nosotros. Y si él no había realizado este
milagro, parecía haber buenos motivos para pensar que no hubiera tampoco realizado
el milagro previo de inspirarlas. (Bart D. Ehrman - Jesús no dijo eso)>>

Desde mi punto de vista, tiene bastante razón.
Si Dios inspiró unos escritos para comunicarse con los hombres ¿Cómo no preservó su palabra?

¿Quién hace que las traducciones hagan diferente la palabra de Dios? ¿Satanás?
Si el príncipe de este mundo es Satanás (dicho por Jesús), y además manipula las palabras de Dios, el que se salve será por pura casualidad.

Pero eso no es así.

Desde que Dios ideó crear algo de la NADA, ya sabía a ciencia cierta los que se iban a salvar; como sabía los que se iban a condenar.

Y luego, la teología cristiana dice que todos somos sus hijos.

Crear algo de la NADA, sin pedir parecer a lo creado, para que, pasado unos cuantos años, sufra por toda la eternidad (¿qué es eso?), parece no proceder de un Padre Bondadoso.

Pero en el cristianismo se mezclan conceptos imposibles de mezclar. Y nos quedamos tan tranquilos.

Dios nos pedirá cuentas del uso de la razón.