Cuando Pablo irrumpe en medio de las congregaciones cristianas presentándose a sí mismo como nuevo “apostol”, a quien enfrenta primero es a Pedro y contra él se conduce con prepotencia y autoridad y lo escarmienta severamente “y le resistí cara a cara”, como él mismo lo escribe en (Gálatas 2).

El problema de Saulo con Pedro estaba motivado en las raíces judías de aquel cristianismo inicial que él estaba determinado a cancelar, por eso muy pronto toma el tradicional culto de sacrificios judío y lo reinterpreta ya que observando que los judíos ortodoxos quieren apaciguar a una supuesta ira de Dios, Pablo declara sencillamente, que la sangre que ha derramado Jesús ha servido como expiación para Dios (Romanos 3: 25), de manera que los sacrificios de animales ya no serían necesarios.

¿Quien tuerce aquí...?