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[EL DIOS EMOTIVO, comentario 58]
Bastó, por tanto, una ligera y magistral modificación de algunas conexiones sinápticas cerebrales de los participantes en la construcción de la torre babeliana para que éstos, sin percatarse de ello, empezaran a usar diferentes códigos de comunicación hablada, aunque manteniendo sus memorias y sus experiencias intactas. Fue una intervención de altísima tecnología, algo para lo cual el ser humano, aún hoy, es incapaz de elucidar científicamente en cualquiera de sus pormenores a pesar de opinar que ha avanzado mucho en cuestiones biotecnológicas. Es lo que suele llamarse un milagro, entendiendo por tal una intervención de tan elevado nivel cognoscitivo que deja completamente perplejo al observador y éste no encuentra modo alguno de orientarse dentro de su mapa conceptual para siquiera aproximar alguna clase de explicación racional al fenómeno. Por supuesto, para la ciencia actual, tan ufana de sí misma, este tipo de acontecimientos resulta ser extremanadamente incómodo de aceptar y prefiere ignorarlo, negarlo o ridiculizarlo, arrinconándolo en el panteón de lo mitológico. De todas formas, el relato sagrado deja ver que con semejante intervención sobrehumana se produjo un efecto dominó que, tras generar el caos en los constructores, decantó el resultado a favor de la solicitud divina de expansión tribual por la entera superficie del planeta, al tiempo que la amenaza nemrodiana contra los vestigios de bondad que aún permanecían en algunos hijos de los hombres no prosperara.
Última edición por Etic; 08-dic.-2016 a las 04:36
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