Ya se fue. Yo le quiero dedicar una canción. Tanto que le gustan las rancheras.
Senilidad; siempre fue ese el motivo que buscabas, Nietzscheano. Todos lo sabíamos, pero ninguno tuvo el valor de decirlo. No sé qué tanto estábamos dispuestos, pese a su condición, a tolerar sus desaires.