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Cesar, tú hablas más de lo próximo, de lo más cercano, de los problemas del siglo. Yo hablo más a largo plazo, en un tiempo que probablemente yo ya no vea.
El auge del homosexualismo es una consecuencia lógica del mundo en que vivimos. Si lo piensas con detenimiento, no podía ser de otro modo. Está en concordancia con el estilo de vida pagano que defienden los poderes públicos con su nefasta exaltación de la libertad cuyas consecuencias no han sabido ni sabrán medir. El inicio de todo se remonta al éxito del racionalismo y de los racionalistas de la época de la ilustración. Aboliendo a Dios, sin darse cuenta, abolieron al propio hombre, y es por ello que se vieron en la necesidad de deconstruirlo. Pero mi punto de vista habla de mucho mas allá de lo que son unos pocos siglos. Doy por hecha la destrucción de la civilización tal como la conocemos. Las civilizaciones se autodestruyen cuando dejan de lado a Dios, y esto de la exaltación de la inmoralidad ha sido una constante en todos los procesos de descomposición de las distintas civilizaciones a lo largo de la historia.
A mi modo de ver, más vale aceptar lo inevitable, adaptarse a los nuevos tiempos sin sacrificar lo esencial, y esperar el soplo del Espíritu Santo. No se puede salvar lo que no desea ser salvado, nuestra civilización se desmorona, y ya nada puede evitarlo. Pero descansa, cuando todos nosotros hayamos desaparecido, y con nosotros todos los aduladores de lo inmoral del presente siglo hayan muerto, la Iglesia continuará su obra con vigor. Posiblemente con mucho más vigor del que hoy le vemos. Mi paz descansa en el hecho del corazón latiente en el seno del cuerpo místico de Cristo. Un corazón fuerte cuyos latidos nada ni nadie acallará y continuará latiendo por los siglos de los siglos. Unas veces más visiblemente, otras menos, pero siempre vivo, hasta el día del Juicio Final. Reposa un poco en esa realidad, y no te agobies, no en todas las épocas se salvó el mismo número de personas. Y ten clara una cosa, tú serás juzgado por tus pecados, no por los pecados de otros. Y que no se entienda que defiendo la parsimonia, ni mucho menos, pero sí desestimo los agobios y las prisas.
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