Hay muchas personas que son ricas y se lo tienen merecido.

Sacrificaron su juventud estudiando carreras difíciles, que luego desempeñaron con brillantez, y alcanzaron el éxito y el dinero.

Ingenieros, arquitectos, cirujanos, jueces, etc. Todas estas personas desempeñan un gran papel en la sociedad, y nada podemos objetar a sus ganancias.

El pretender que una de estas personas, cuando alcance un buen patrimonio, se desprenda de él y se lo de a los pobres, es pura demagogia.