Muy interesante lo que cuenta el siguiente escrito.
La influencia de la religión en occidente parece incluso benigna comparada con los terrores teocráticos de la Europa medieval o con los que todavía subsisten en gran parte del mundo musulmán. No obstante, que no nos engañen esas comparaciones.
Mientras las ideas religiosas sigan teniendo el peso que tienen en las actuales políticas gubernamentales —especialmente en la de Estados Unidos—, representan un grave peligro para todo el mundo. Por ejemplo, está ampliamente documentado que Ronald Reagan veía los paroxismos de Oriente Medio a través de la óptica de una profecía bíblica. Llegó tan lejos como para incluir a hombres como Jerry Falwell y Hal Lindsey en sus reuniones sobre seguridad nacional. No hace falta decir que no son personas con la clase de mente seria y cualificada a las que se consultaría un despliegue de armamento nuclear. La política estadounidense en Oriente Medio se ha visto mediatizada durante muchos años por los intereses que tienen los cristianos fundamentalistas en el futuro de un estado judío. El «apoyo a Israel» cristiano es, de hecho, un ejemplo de cinismo religioso en nuestro discurso político, tan trascendental como casi invisible. Los fundamentalistas cristianos apoyan a Israel porque creen que la consolidación del poder judío en Tierra Santa —concretamente, la reconstrucción del templo de Salomón— propiciará la segunda venida de Jesucristo y con ella la destrucción final de los judíos. Expectativas de genocidio tan alegres como ésta parecen haber presidido el estado judío desde sus inicios: el primer apoyo internacional al retorno de los judíos a Palestina, «la británica Declaración Balfour de 1917, se inspiró, al menos en un buen porcentaje, en una conformidad consciente de la profecía bíblica». Esas intrusiones escatológicas en la política moderna sugieren que los peligros de la fe religiosa difícilmente son exagerados. Millones de cristianos y musulmanes organizan sus vidas alrededor de tradiciones proféticas que sólo se cumplirán completamente cuando ríos de sangre bajen de Jerusalén. No cuesta imaginar que esas profecías de guerra intestina puedan llegar a hacerse realidad si se toman en serio.
(Sam Harris – El fin de la fe)
La Verdad nos hará libres.