La omnisciencia de Dios se ve reflejada en estas Escrituras claramente.
Sal. 139:1-6;
Señor, tú me has examinado y me conoces;
2 tú conoces todas mis acciones;
aun de lejos te das cuenta de lo que pienso.
3 Sabes todas mis andanzas,
¡sabes todo lo que hago!
4 Aún no tengo la palabra en la lengua,
y tú, Señor, ya la conoces.
5 Por todos lados me has rodeado;
tienes puesta tu mano sobre mí.
6 Sabiduría tan admirable está fuera de mi alcance;
¡es tan alta que no alcanzo a comprenderla!
Rom. 11:33-36
33 ¡Qué profundas son las riquezas de Dios, y su sabiduría y entendimiento! Nadie puede explicar sus decisiones, ni llegar a comprender sus caminos.
34 Pues «¿quién conoce la mente del Señor? ¿Quién podrá darle consejos?
35 ¿Quién le ha dado algo antes, para que él tenga que devolvérselo?»
36 Porque todas las cosas vienen de Dios, y existen por él y para él. ¡Gloria para siempre a Dios! Amén.
Negar La omnisciencia de Dios es negar lo que esta escrito; es pretender explicar y comprender algo que la misma Escritura dice que es tan alta que no se alcanza a comprender.
Nadie puede explicar sus decisiones, ni llegar a comprender sus caminos
Aún no tengo la palabra en la lengua,
y tú, Señor, ya la conoces.
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6 Sabiduría tan admirable está fuera de mi alcance;
¡es tan alta que no alcanzo a comprenderla!
Negar La omnisciencia de Dios es humanizar a Dios.