
Iniciado por
Loma_P
A mediados del siglo II, el gnóstico Heraclión aún contaba a santo Tomás entre los discípulos que no habían sufrido martirio. Sin embargo, los Hechos de Tomás, un texto apócrifo de origen sirio fechado a comienzos del siglo III, ya hace referencia al tormento que habría sufrido en su apostolado en la India. La tradición habla precisamente de su predicación en las regiones orientales de Siria, Persia e India, donde habría sufrido martirio en la ciudad de Calamina –que se encontraría en el área de la actual Chennai–. Aunque es posible que esta historia se deba a un error en la interpretación del texto, leyéndose “India” en lugar de “Judea”, lo cierto es que tuvo su repercusión en el plano artístico y acabaría determinando otra de las representaciones fundamentales del santo.
Según el Pseudo José de Arimatea, todos los apóstoles, a excepción de Tomás por encontrarse en India, asistieron a la Virgen en el momento de su muerte. Una vez fallecida, depositaron su cadáver en un sepulcro y, en se momento, fueron cegados por una luz celestial que les impidió ver cómo el cuerpo de María ascendía a los cielos. En cambio, santo Tomás fue transportado al lugar en ese mismo instante y fue testigo del prodigio. Alabó a la Virgen y esta, en agradecimiento, le arrojó su cíngulo. En esta ocasión, fueron sus compañeros quienes dudaron del apóstol incrédulo, que se vio obligado a mostrarles el cíngulo y el sepulcro vacío. Este pasaje propició la inclusión del santo en numerosas escenas de la Asunción, donde aparece recibiendo el obsequio. Además, también es la causa de que en ocasiones sean solo once los apóstoles que acompañan a María en la Dormición.
En la mayoría de las ocasiones, las historias del apostolado y el martirio suelen representarse conjuntamente. La versión más difundida es la recogida por Santiago de la Vorágine en su Leyenda Dorada. Según este relato, Gondóforo, rey de la India, había enviado a su ministro Abanés en busca de un constructor que pudiera diseñarle un palacio como los que se levantaban en Roma. Abanés coincidió con Tomás en Cesarea, donde Cristo se apareció para animar al apóstol y convencer al ministro. Ambos embarcaron y, tras algunas jornadas de viaje, llegaron a una ciudad en la que se vieron obligados a asistir al banquete nupcial de la hija de un rey. El santo permaneció absorto y sin probar bocado, por lo que uno de los escanciadores le golpeó. Colérico, Tomás profetizó: “No me levantaré de aquí hasta que esa mano que me ha golpeado sea traída a esta sala por los perros […]” Poco después, un león devoraba al escanciador y un perro transportaba su mano al festín. Una testigo de la predicción relató lo ocurrido y todos quedaron asombrados. Finalmente, Tomás bendijo y bautizó a los esposos. Algo que también ocurrió, según una tradición recogida por san Juan Crisóstomo, cuando el apóstol se encontró con los tres Reyes Magos. Al parecer, habrían coincidido en algún momento de su predicación en Oriente y, tras ser bautizados, los Magos se unirían a la difusión del mensaje cristiano.
Una vez que santo Tomás llegó a la India, Gondóforo puso a su disposición el tesoro real para que iniciara la construcción del palacio y permaneció ausente durante dos años. En ese tiempo, el apóstol repartió las riquezas entre los pobres y se dedicó a cristianizar a la población. Al encontrar esta situación a su vuelta, el rey mandó encarcelar al santo, pero lo liberó cuando su hermano Gad, recientemente fallecido, resucitó para informarle del magnífico palacio celestial que le había construido Tomás en el Paraíso. Sin embargo, cuando, a causa del apóstol, la reina y otras damas se negaron a mantener relaciones sexuales con sus maridos hasta que no se convirtieran al cristianismo como habían hecho ellas, Gondóforo no perdonó. Durante su martirio, el santo es acompañado por Dios, que hace brotar agua cuando le obligan a caminar sobre láminas de hierro ardiendo; apaga el horno en el que le introducen y derrite el ídolo del sol ante el que le fuerzan a arrodillarse. Finalmente, viéndose imposibilitados de torturarlo, le clavaron una espada, o lanza según otras versiones. Esta última se ha convertido, junto con la escuadra de arquitecto –alusiva al palacio– y el cíngulo de la Virgen, en atributo del santo.
Un milagro post mortem, recogido en Hechos de Tomás 170, justificaría que los restos del apóstol no se encuentren en la India, ya que habrían sido trasladados por un hermano de la fe a Mesopotamia. De hecho, la peregrina Egeria recoge esta tradición al relatar su visita al sepulcro del apóstol en la ciudad de Edesa (Itinerario de Egeria 17, 1; 19, 2). De ser ciertos los hechos narrados, se trataría de la primera traslación de reliquias martiriales en la historia de la Iglesia.
Gondóforo, jamás existió es otro personaje ficticio más, y la historieta es para mear y no echar gota. ¡¡Vamos que te creas esto y dudes de la Historia!! es lo increíble.