Insistes en que los pecados se heredan, pero los pecados no se heredan porque Jesucristo dijo que pagará a cada uno conforme a sus obras.
Ya te he dicho que es la desobediencia la que produce todos los males, también la muerte. Y en cuanto a esto que dice Jesucristo:
Mateo 20:28
como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
Jesucristo nos rescató de la ley cambiada en mentira, pues nos enseñó la verdadera ley de Dios. Recuerda que la verdad vino por Jesucristo.
Iniciado por Elisabet*
No son los pecados heredados, sino la desobediencia a lo que Dios manda y a sus misericordiosos mandamientos, es la que produce todos esos males. Y si no se conocen los verdaderos mandamientos de Dios, no se hace lo que Dios quiere para tener la vida. Y de eso es de lo que nos rescató Jesucristo, de no conocer los verdaderos mandamientos de Dios que se deben guardar para entrar en la vida.
No te has enterado del por qué Jesucristo dio su vida:
Iniciado por Elisabet*
Al verbo, que era Dios, pues era la palabra de Dios que creó el cielo y la tierra y todas las cosas que hay en ellos, Dios le preparó un cuerpo: Jesucristo.
Entonces Jesucristo era Dios mismo que se hizo carne para vivir como hombre, y entre los hombres, y darles a conocer la verdadera Ley que Él, Dios mismo, había dado a los hombres desde el principio, Ley que después fue cambiada en mentira por la pluma mentirosa de los escribas.
Y por eso el pueblo estaba en tinieblas, porque ya no conocía la verdadera Ley de Dios. Entonces Jesucristo, dejó que los hombres le mataran por causa de la ley que estaba cambiada en mentira, y dio a conocer al mundo la verdadera Ley de Dios, y les enseñó que las leyes de los hombres que no guardan la misericordia condenan en muchos casos a los inocentes.
Al no conocer la verdadera y misericordiosa ley de Dios, los hombres condenan y matan a hombres que en muchos casos son inocentes, como en este caso llegaron a matar a Dios mismo que se hizo hombre y que era el Autor de la vida, y era todo amor y misericordia y venía a enseñarnos la verdadera Ley de Dios, que es la que Él mismo nos enseñó cuando predicó el Evangelio.