
Iniciado por
KIMO
A medida que la fe de Abel iba creciendo,
también crecía su deseo de demostrarla con obras.
Pero ¿qué podría darle al Creador del universo un simple ser humano?
Dios no necesitaba regalos ni ayuda de ningún hombre.
Sin embargo, Abel llegó a comprender una gran verdad:
si le ofrecía a Jehová lo mejor que tenía y con el motivo adecuado,
su amoroso Padre celestial lo aceptaría con gusto.
Por eso Abel ofrecía dones agradables a Dios, mientras que Caín ofrecía a Dios sacrificios, cosas que no eran agradables a Dios, porque Dios no quiere sacrificios, que eso te lo enseña Jesucristo que así te dice:
"Si hubierais comprendido qué quiere decir: "Misericordia quiero, y no sacrificios", no condenaríais a los inocentes" (Mateo 12:7)