
Iniciado por
misericordia
¿Acaso se llevaron al cielo sus riquezas con ellos?...
Exactamente
no nos debemos preocupar en demacia
por lo material.
Algunos siervos fieles de Dios de tiempos bíblicos disfrutaban de riqueza y gloria.
Abrahán, por ejemplo, “tenía gran cantidad de manadas y plata y oro” (Génesis 13:2).
A Job se le conocía como “el más grande de todos los orientales”
por el abundante número de siervos y ganado que poseía (Job 1:3).
Los reyes de Israel, como David y Salomón, llegaron a acumular un gran patrimonio (1 Crónicas 29:1-5; 2 Crónicas 1:11, 12; Eclesiastés 2:4-9).
LO QUE YO ENSEÑO NO ES MIO
PERTENECE AL QUE ME ENVIO” (Juan 7:16.)