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tomas0402
Parece que los evangelios están escritos para personas que no se preguntan nada.
A arrestar a Jesús vino una cohorte mandada por un tribuno. En una palabra: Muchos soldados.
Ante lo que nos dice el evangelio:
“Y cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron y cayeron a tierra”.
(Juan 18:6).
Surgen las preguntas ¿Quiénes cayeron a tierra? ¿El tribuno y los alguaciles? ¿El tribuno, los alguaciles y la cohorte entera? ¿Fue una parálisis momentánea de piernas? ¿No se quedaron acojonados?
Pero un poco más adelante dicen los evangelios que Pedro cortó una oreja al siervo del sumo sacerdote, y Jesús se la restituyó (cirugía sin puntos).
Surgen las preguntas: ¿No quedó maravillado el desorejado? ¿No quedaron maravillados el tribuno y los alguaciles ¿Y la cohorte?
¡Vaya panda de cerriles! Después de haber sido tirados por tierra, ven lo nunca visto ¡Y ni se inmutan!
Homo sum; nihil humani a me alienum puto. O sea, que no me trago el que los adversarios de Jesús fueran tan excepcionalmente malos e insensibles.
Jesús siempre ha sido presentado como la quintaesencia de la bondad, de la humildad y de la paz.
Un versículo que utilizan los cristianos para demostrar este pacifismo es:
“Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. (Mateo 26:52).
Antes, en el evangelio, se narra una pregunta de sus discípulos:
«Señor, ¿heriremos a espada?».
El evangelio no dice qué respuesta dio Jesús, pues si fue negativa, está claro que Pedro no la oyó.
A mí también me gustaría la frase de Jesús, si no hubiera leído antes a Lucas, que el versículo 36, del capitulo 22, dice:
“Entonces les dijo: «Pero ahora, el que tenga una bolsa, que la lleve consigo, de la misma manera también una alforja, y el que no tenga espada, venda su manto y compre una”. (Lucas 22:36)
Mi poco saber me dice que ambos pasajes no concuerdan.
Quizás el Espíritu Santo, por ciencia infusa, les ha dado a los creyentes el razonamiento divino para encajar ambos versículos dentro de la lógica.
Sea como fuere, rodeado de cuatrocientos o quinientos soldados, es lo mejor que pudo decir Jesús: <Vuelve tu espada a su lugar>.
La Verdad nos hará libres.