A lo que importa:
El artículo sobre el espíritu santo continúa así:
¿Qué significa bautizarse en su “nombre”? En Mateo 28:19 se hace referencia al “nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo”. La palabra “nombre” puede significar más que solo un nombre personal. Cuando en español decimos “en el nombre de la ley” o “en el nombre de la justicia”, no usamos “nombre” para referirnos a una persona, sino a ‘lo que la ley representa o a su autoridad’ y ‘lo que la justicia representa o exige’. El término griego para “nombre” (ó·no·ma) también puede tener este sentido. Por lo tanto, aunque algunas traducciones (Mod, Besson) traducen literalmente el texto griego en Mateo 10:41 literalmente y dicen que el que “recibe a un profeta en nombre de profeta, galardón de profeta recibirá; y el que recibe a un justo en nombre de justo, galardón de justo recibirá”, otras leen: “Recibe a un profeta porque es profeta” y “reciba a un justo porque es justo”, o algo similar (BJ, RH, Val, NM). Así, la obra Imágenes verbales en el Nuevo Testamento (de A. T. Robertson, 1988, vol. 1, pág. 254) comenta sobre Mateo 28:19: “El empleo de nombre ([griego] onoma) aquí es común en la LXX y en los papiros para denotar poder o autoridad”. Por consiguiente, el bautismo ‘en el nombre del espíritu santo’ implica reconocer que ese espíritu proviene de Dios y obra según la voluntad divina.

Otra prueba de su naturaleza impersonal. Otra prueba de que el espíritu santo no es una persona es que se le equipara a otras cosas impersonales, como el agua y el fuego. (Mt 3:11; Mr 1:8.) Por otra parte, se dice que los cristianos son bautizados “en espíritu santo”. (Hch 1:5; 11:16.) Se exhorta a que las personas se ‘llenen de espíritu’ en lugar de vino. (Ef 5:18.) También se habla de personas que se ‘llenan’ de espíritu y de cualidades como la sabiduría y la fe (Hch 6:3, 5; 11:24) o el gozo (Hch 13:52), y el espíritu santo se intercala entre varias de tales cualidades en 2 Corintios 6:6. Es muy poco probable que se dijera esto del espíritu santo si fuera una persona divina. En cuanto a que el espíritu ‘da testimonio’ (Hch 5:32; 20:23), puede notarse que lo mismo se dice del “agua y la sangre” en 1 Juan 5:6-8. Aunque en algunos textos se afirma que el espíritu ‘testifica’, ‘habla’ o ‘dice’ cosas, en otros se aclara que hablaba a través de personas, que no tenía ninguna voz personal propia. (Compárese con Heb 3:7; 10:15-17; Sl 95:7; Jer 31:33, 34; Hch 19:2-6; 21:4; 28:25.) Por lo tanto, puede comparársele a las ondas de radio que transmiten un mensaje de una persona que habla por un micrófono a otras personas que están a gran distancia, en realidad, ‘hablando’ el mensaje por medio de un altavoz de radio. Mediante su espíritu, Dios transmite sus mensajes y comunica su voluntad a la mente y el corazón de sus siervos en la Tierra, quienes a su vez pueden transmitirlos a otros.

Se le distingue de “poder”. Por lo tanto, cuando rú·aj y pnéu·ma se utilizan con referencia al espíritu santo de Dios, se refieren a su fuerza activa invisible, por medio de la cual realiza su propósito divino y voluntad. Es “santo” porque viene de Él, no de una fuente terrestre, y está libre de toda corrupción como “espíritu de la santidad”. (Ro 1:4.) No es el “poder” de Jehová, pues esta palabra española traduce más correctamente otros términos de los lenguajes originales (heb. kó·aj; gr. dý·na·mis). Rú·aj y pnéu·ma se utilizan en estrecha relación o hasta en paralelo con estos términos que significan “poder”, lo que muestra que, si bien no son equivalentes, sí son afines. (Miq 3:8; Zac 4:6; Lu 1:17, 35; Hch 10:38.) “Poder” es básicamente la capacidad de actuar o hacer cosas, y puede ser latente, residiendo inoperante en alguien o algo. Por otro lado, “fuerza” designa de forma más específica la energía proyectada y ejercida sobre personas o cosas, y se puede definir como “una influencia que produce o tiende a producir movimiento o lo modifica”. El “poder” pudiera asemejarse a la energía acumulada en una batería, mientras que la “fuerza” se podría comparar a la corriente que fluye de tal batería. De modo que “fuerza” representa con más exactitud el sentido de los términos del hebreo y griego utilizados con referencia al espíritu de Dios, lo que corrobora un examen de las Escrituras.

Su cometido en la creación. Jehová Dios realizó la creación del universo material por medio de su espíritu o fuerza activa. Con respecto a las primeras etapas de formación del planeta Tierra, el registro expresa que “la fuerza activa de Dios [o “espíritu” (rú·aj)] se movía de un lado a otro sobre la superficie de las aguas”. (Gé 1:2.) El Salmo 33:6 dice: “Por la palabra de Jehová los cielos mismos fueron hechos, y por el espíritu de su boca todo el ejército de ellos”. Como un soplo poderoso, el espíritu de Dios puede ser enviado para ejercer poder aunque no haya ningún contacto corporal con aquello sobre lo que actúa. (Compárese con Éx 15:8, 10.) Tal como un artesano humano utiliza la fuerza de sus manos y sus dedos para producir cosas, Dios utiliza su espíritu. Por consiguiente, también se alude a ese espíritu como la “mano” o los “dedos” de Dios. (Compárese con Sl 8:3; 19:1; y Mt 12:28 con Lu 11:20.)
Para la ciencia moderna, la materia es energía organizada, como si fuera paquetes de energía, y afirma que la “materia puede transformarse en energía y la energía en materia”. (The World Book Encyclopedia, 1987, vol. 13, pág. 246.) La inmensidad del universo que el hombre ha podido divisar con sus telescopios da una pequeña idea de la inagotable fuente de energía que debe hallarse en Jehová Dios. Como escribió el profeta: “¿Quién ha tomado las proporciones del espíritu de Jehová?”. (Isa 40:12, 13, 25, 26.)