La gran mayoría de las veces que aparecen
las palabras rú·aj y pnéu·ma
tienen que ver con el espíritu de Dios, su espíritu santo.

Y no es UNA PERSONA
La enseñanza de que el espíritu santo es una persona
y parte de la “Divinidad”
no llegó a ser un dogma oficial hasta el siglo*IV E.C.

Los “padres” primitivos de la Iglesia no lo enseñaron así;
Justino Mártir, del siglo II E.C., enseñó que
el espíritu santo era una ‘influencia
o forma de actuar de la Deidad’; tampoco le atribuyó Hipólito
personalidad alguna al espíritu santo.

Las Escrituras mismas muestran
que el espíritu santo de Dios
no es una persona, sino la fuerza activa de Dios
por medio de la cual lleva a cabo
su propósito y ejecuta su voluntad.