Lunes 26 de noviembre
La tierra la ha dado a los hijos de los hombres (Sal. 115:16).
El propósito original de Jehová era que la humanidad viviera para siempre en la Tierra (Gén. 1:28; Sal. 37:29). Dios les regaló generosamente a Adán y Eva muchas cosas maravillosas que les permitían disfrutar de la vida (Sant. 1:17). Les dio libertad de elección y la capacidad de razonar, amar y cultivar amistades. El*Creador habló con Adán para enseñarle a ser obediente y a cuidar de sí mismo, de los animales y del Paraíso (Gén. 2:15-17,19,20). Además, dotó a la primera pareja humana de los sentidos del gusto, el tacto, la vista, el oído y el olfato. Gracias a ellos, podían disfrutar plenamente de la belleza y abundancia que había en su hogar. Adán y Eva tenían un sinfín de oportunidades para hallar satisfacción en su trabajo, sentirse realizados y descubrir cosas nuevas. Jehová creó a Adán y Eva con la facultad de tener hijos perfectos. La Tierra, abundante en recursos, sería su hogar para siempre.
LO QUE YO ENSEÑO NO ES MIO
PERTENECE AL QUE ME ENVIO” (Juan 7:16.)