Dios utilizó a Jeremías para predecir algo que tendría beneficios mucho más amplios y duraderos: un nuevo pacto o alianza. Al estudiar sus escritos proféticos, nos damos cuenta de las múltiples razones que tenemos para prestar atención a este prometedor elemento. El nuevo pacto iba a sustituir al celebrado con Israel después del éxodo de Egipto, cuyo mediador fue Moisés


Para comprender el significado del nuevo pacto, primero tenemos que entender el propósito del antiguo, es decir, del pacto de la Ley. Este brindaría muchas ventajas a la nación que esperaba la Descendencia prometida, quien sería el medio por el cual se bendecirían infinidad de personas

Al aceptar el pacto de la Ley, los israelitas se convirtieron en “propiedad especial” de Dios. Bajo sus términos, la tribu de Leví proporcionaría los sacerdotes. Cuando Jehová selló el pacto nacional con Israel en el monte Sinaí, mencionó “un reino de sacerdotes y una nación santa”, pero no*definió cuándo ni*por qué medios llegaría a existir

Mientras tanto, aquel pacto dejó claro que los israelitas no*podían obedecer todos los aspectos de la Ley, o sea, puso de manifiesto sus pecados. Por lo tanto, tenían que ofrecer sacrificios periódicos para obtener el perdón. Era obvio, pues, que se necesitaba algo mejor: un sacrificio perfecto que no*tuviera que repetirse. Era preciso que el perdón de pecados fuera duradero