La esclavitud indígena comienza desde el momento mismo del descubrimiento del Nuevo Continente; el propio Colón no sólo fue su introductor, sino quién inició el primer tráfico de esclavos americanos hacia España. Tan sólo en uno de sus viajes de regreso, el almirante envió a la península un grupo de 500 prisioneros, a cargo de su hermano Diego, para ser vendidos como esclavos en el mercado de Sevilla. (Irving, Washington; Vida y viajes de Cristóbal Colón. España, Ed. Novaro, s/a, p.220).
[...] abrazar la nueva fe, de lo contrario, señalaba el documento: “...Si no lo hiciéredes, o en ello dilación maliciosamente pusiéredes, certifico que, con la ayuda de Dios, yo entraré poderosamente contra vosotros y vos haré la guerra por todas las partes y maneras que yo pudiere, y vos sujetaré al yugo y obediencia de la Iglesia y Sus Altezas y tomaré vuestras personas y de vuestras mujeres e hijos y los haré esclavos, y como tales los venderé y dispondré dellos como Su Alteza mandare, y vos tomaré vuestros bienes, y vos haré todos los males y daños que pudiere, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su Señor, y le resisten y contradicen, y protesto que las muertes y daños que dello se recrecieren sean a vuestra culpa y no de Su Alteza ni mía ni destos caballeros que conmigo vienen...” (Palacios Rubios López, Juan de; “Notificación y requerimiento que se ha de hacer a los moradores de las Islas en tierra firme del mar océano que aún no están sujetos a nuestro Señor”)