Hola,
gracias Mandry, Dargulak y Chorix.
La Cindy; para mì era la "Chichi", como sobrenombre. Daba igual porque, sea como sea que uno la llamara, ella no venìa.
La vi partir como cuando la he visto llegar 17 años atràs. Con un andar incierto, tambaleante, inseguro. Ella que siempre fue enérgica y con carácter fuerte; hoy se fue muy mal; no era ella. Como lo siento. Hoy tuve que ayudarla a tomar su agüita mañanera, cuando ella jamàs tuvo una pereza para venir a saludarme cuando sentía que llegaba a casa.
Cuando la muerte revolotea la casa de uno, aunque sea la mascota, provoca opresión en el pecho, nudos en la garganta y trotes marcados en el corazòn. La mascota no es un animal, es reductivo llamarlo asì; la mascota es la vida de la casa, la compañía en los momentos de soledad, la alegría de los niños, la amiga de los adultos y la enfermera de los viejos; es un elemento importante para sensibilizar a los hijos y que aprendan a sentir el amor, el cuidado de alguien, el altruismo.
Cindy se fue. Luego de una vida intensa, de mucho dinamismo, con ese carácter que, a cada ruido extraño, alzaba la cabeza con las orejitas como radares y las pupilas llenándole todo el ojo; llegò a un estado de enfermedad que solo apoyaba su cabecita sobre una de sus manitos y se quedaba inmóvil fijando un punto inexistente por horas. Todo empezó màs o menos el miércoles pasado cuando fuimos a comprarle una comida nueva, porque pensamos que no comìa porque no le gustaba esa que tenìa. No comiò y solo tomò agua. Todo el tiempo estuvo en la cama de mi hijo menor; ese era su lugar preferido. Esta mañana aun me hizo su inconfundible: grrrù; como a modo de saludo.
Las pocas fuerzas que tenía estos días las usò para ir a su bañito a hacer sus necesidades; porque ensuciar adentro: jamàs!
En un momento se quedo mirándome a los ojos como diciéndome: -dale Ale, ¿porqué no me salvàs vos?.....Me quede mirándola con un sentimiento de dolor y le dije que yo soy grande, pero soy solamente 110Kilos de carne y hueso; para la falta de Friskies en su platito o de agua en su vasito yo podía ayudarla a resolver el problema, o para abrirle la puerta, pero para problemas asì de serios yo no podía màs ayudarla; le dije que si había llegado el momento, tenía que irse recordando cuantos millones de momentos hermosos habíamos pasado juntos. Seguro que no me entendió, pero se quedó màs tranquilita.
Ahora haré un brindis por ella y nunca màs tendré otra mascota, porque yo también tengo mis años. Le dije antes de que la llevaran al veterinario en su viaje final: -no te preocupes que nos veremos muy pronto. Siempre que lanzaba esos gemidos lastimeros para llamar mi atención, o cuando le cortaba las uñitas, yo le decìa “angelito”; que solo “le faltaban las alitas para ser un angelito”; hoy, antes de irse le dije: -bueno “angelito”; llegó la hora de que te pongan tus alitas.
De aquí en màs nadie me llamarà a las 5 de la mañana para que le dé comida y agüita o para abrirle la puerta para ir al baño. Deberé retornar al uso del despertador; aunque sé que no será asì de dulce y no me llamarà con ese gemido lastimero pidiéndome auxilio cada mañana.
¿Còmo puede un animal asì de chiquitito dejar un vacio tan grande? Todos en casa la hemos querido bien, la hemos mimado, cuidado, le hemos consentido un montòn de caprichos; ni un minuto, en màs de 17 años, le faltò su comidita y su agüita. Todos ahora estamos bajoneados y tristes. Deberemos recomenzar a vivir una nueva vida sin Cindy.
Estoy triste…..carajo!...y, si pudiera, creo que llorarìa.
A partir de esta noche, en el cielo habrà una estrellita màs.