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No sé porqué se mostraba indecisa a la hora de desnudarse en público, ya que finalmente era por lo que se le estaba pagando. A pesar de todo, esa inquietud que mostraba ante el público es lo que parecía gustar a los mirones hambrientos. Si alguien le acercaba la mano, ella retiraba la cadera; si una mirada se cruzada con su escote, ella torcía los codos. Era un mar de cortas mareas sin lunas efectoras.
Procesar.
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