Insisto sobre el relato de la detención de Jesús.

Según los evangelios tenemos la siguiente escena:
Jesús había mandado a sus discípulos comprar espadas. Sus discípulos iban armados: «Señor, ¿heriremos a espada?». Uno de ellos cortó la oreja de un siervo del Sumo Sacerdote. Jesús sana la oreja. Jesús ordena no usar las espadas (rodeados de 500 soldados, era la única opción posible). Jesús se identifica y todos caen al suelo.

¿Es verdad lo de la oreja?
El desorejado ¿No cayó de rodillas ante Jesús al ser sanado?
Cayeron a tierra. ¿Cuantos cayeron a tierra? ¿El tribuno o toda la tropa?
¿Nadie captó estos “milagros”.
¿La cohorte romana solo aprehendió a Jesús? ¿Dejó escapar a un grupo armado?

¿Para eso fue una cohorte, quinientos soldados?

Luego los evangelistas nos cuentan que Jesús fue crucificado entre dos ladrones ¿Cómo? ¿Entre dos ladrones?

Si decían que eran discípulos de Jesús, arrestados con él, quedaba manifiesta la sedición. Lo importante es contar las cosas para que la muerte de Jesús aparezca como una tropelía de los sacerdotes y de Poncio Pilato.

Tampoco el evangelista Juan hubiera podido escribir en su evangelio la oportuna cita al Antiguo Testamento:

“Así se cumpliría lo que había dicho: «De los que me has dado, no he perdido a ninguno.»

Los evangelistas, después de cuarenta años, tuvieron tiempo suficiente para escribir la vida de Jesús a su gusto.