
Iniciado por
doonga
Obviamente que si el paciente adulto desea dejarse morir, eso es decisión suya, y no del médico.
En eso concuerdo plenamente, porque un adulto tiene todo el derecho sobre su propia vida.
Y, en ese contexto, yo apoyo la eutanasia, cuando un enfermo escoge su propia muerte antes de seguir con sufrimientos atroces.
Sin embargo, los mismos que se horrorizan porque un adulto no acepta una transfusión y se autocondena a muerte, esos mismos se oponen a la eutanasia.
Pero el problema aquí no es que un adulto se entregue a los "brazos de la pelá" (la muerte).
EL problema es cuando se le deniega la vida a un menor de edad.
Y hay una gran contradicción en ello.
Los TJ critican a los católicos porque bautizan a un bebé si que éste sea consciente de lo que ocurre, pero condenan a muerte a un bebé tomando, por éste, una decisión bastante más drástica que un chorrito de agua en la cabeza.
FLor de inconsistencia intelectual.
El dedicar su vida a servir a Dios por medio del bautismo
es una decisión personal, biblicamente los adultos deciden hacer eso
Los hijos están bajo el control de sus padres
mientas son menores, Jehova manda a instruirlos en su ley
inculparlas en el muchacho.
Un padre no dejaría a su hijo ponerse sangre
por que sabe que es violar la ley de Dios.
No hay ninguna contradicción
los padres no le harían algo a sus hijos que no se harían ellos.
Y otra cosa
Los que rehúsan ponerse sangre
no se condenan automáticamente a muerte
hay muchas alternativas.
Pero si asi fuera
no es una excusa
para salvarnos el pellejo.
Nosotros deseamos servir a Jehova para siempre
no solo por unos cuantos años y desaparecer.
Por eso sabemos que si perdemos nuestra alma
la promesa de Jesus es que la salvara.
Pero el que por miedo a perder la vida viola una ley de Dios
esta en peligro de no ser perdonado.
Lo de quitarse la vida a propósito
va en contra del mandamiento de no matar
incluso no matarse uno mismo.
Otra cuestión muy dura
para la familia
y las cortes.
Última edición por KIMO; 24-mar.-2019 a las 09:11
LO QUE YO ENSEÑO NO ES MIO
PERTENECE AL QUE ME ENVIO” (Juan 7:16.)