Todas las Escrituras que componen las biblias fueron escogidas, reunidas y unificadas por la religión del Imperio de Roma en el siglo cuarto, que las incluyó en un solo libro como si fueran todas lo mismo y un único libro que fue impuesto como si todo fuera "Palabra de Dios" o "inspirado por Dios.
Ellos, faltando al respeto qué se debe a Jesucristo, incluyeron los escritos del Antiguo Testamento que contenían muchos mandatos que ordenaban a los hombres hacer sacrificios, esclavitud, ojo por ojo, penas de muerte, guerras y matar a pueblos enteros. Todos esos mandatos los había aabolido Jesucristo porque no eran de Dios, pues Él no había venido a abolir la verdadwra Ley de Dios.
Por eso, no son las biblias sino el Evangelio, el que debe ser la base de todo creyente. Y toda escritura debe ser examinada a la luz del Evangelio, y comprender que todo aquello que contradice al Evangelio, no es verdadero.
La Palabra de Dios no es todo lo que está escrito en las Biblias, sino la enseñanza del Evangelio, que es lo que Jesucristo predicó y mandó predicar. Todo lo que contradice al Evangelio no es verdadera Palabra de Dios ni inspirado por Dios.