Cita:
El obispo católico Alois Hudal era rector del Pontificio Instituto Teutonico Santa Maria dell’Anima en Roma, un seminario para sacerdotes provenientes de Austria y Alemania, además de ser el "Director Espiritual de los Alemanes Residentes en Italia".1 Después del final de la guerra en Italia, Hudal se convirtió en un defensor activo de los prisioneros de guerra e internados que hablaban alemán y que estaban esparcidos por toda Italia. En diciembre de 1944, la Secretaría de Estado de la Santa Sede recibió una autorización para nombrar a un funcionario que "visitara a los internados civiles germanoparlantes en Italia", trabajo asignado a Hudal.[cita requerida]
Hudal usó este puesto para ayudar a escapar a buscados criminales de guerra nazis, entre los que se encontraban Franz Stangl, comandante de Treblinka, Gustav Wagner, comandante de Sobibor, Alois Brunner, responsable del Campo de internado de Drancy cerca de París y oficial a cargo de las deportaciones de Eslovaquia a Campos de concentración alemanes, y Adolf Eichmann2 — un hecho comprobado posterioriormente.
Algunos de estos estaban internados en campos: generalmente sin papeles de identidad, por lo que era fácil colocarles nombres falsos. Otros nazis estaban ocultos en Italia, y la ayuda que Hudal prestaba para escapar empezó a ser conocida en estos círculos.3
En sus memorias, Hudal diría de sus acciones: Agradezco a Dios que Él [me permitiera] visitar y confortar a muchas víctimas encarceladas o detenidas en campos de concentración, ayudándolas a escapar con papeles falsos.4
Hudal explica que según su visión:
La guerra de los Aliados contra Alemania no fue una Cruzada, sino una rivalidad entre complejos económicos en la cual habían luchado para conseguir la victoria. Este negocio... usó lemas como democracia, raza, libertad religiosa y cristiandad como anzuelo para las masas. Por todas estas razones después de 1945 me sentía obligado a dedicar todo mi trabajo de caridad principalmente a antiguos Nacional Socialistas y Fascistas, especialmente a los así llamados 'Criminales de Guerra'.
De acuerdo con Mark Aarons y John Loftus en su libro Unholy Trinity,5 Hudal fue el primer sacerdote católico que se dedicó a crear rutas de escape. Aarons y Loftus afirman que Hudal proveyó a las personas objeto de su caridad con dinero para que pudieran escapar, y aun más importante con documentos de identidad falsos de la Organización de Refugiados del Vaticano (Commissione Pontificia d'Assistenza).
Estos documentos del Vaticano no eran exactamente pasaportes, y no eran suficientes como para permitirles trasladarse a otros continentes. Ellos eran la primera etapa de una larga lista de pasos: gracias a los documentos del Vaticano, los protegidos podían obtener un pasaporte personal de parte del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) que a su vez podía ser usado para obtener una visa. En teoría la CICR debía realizar una investigación de los antecedentes de los aspirantes a obtener el pasaporte, pero en la práctica la sola palabra de un sacerdote o particularmente de un obispo era más que suficiente. De acuerdo con informaciones recolectadas por Gitta Sereny de un alto ejecutivo de la rama romana del CICR,6 Hudal podía usar su posición como obispo para solicitar documentos del CICR "de acuerdo con sus propias especificaciones". Las fuentes de Sereny también revelaron un intenso comercio ilícito de documentos de la CICR.