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Algunas apreciaciones antes de entrar en el tema.
En portugués es Virilha. Creí que en Español era “verija”, pero a los de habla hispana que consulté, opinaron que no quedaba bien que empleara ese término. Monte de Venus, pubis, ingle, dicen que es más adecuado.
En fin. Ante la duda, voy a llamar de “virilha” a lo que la chica de la foto cubre toda pudorosa.
Otra cosa. Soy tremendamente cobarde para el dolor. Dicen que el umbral es igual para todos, pero mi tolerancia debe ser muy diferente al de las otras mujeres, ya que hasta depilarme las cejas es todo un drama.
Voy al grano. (A los pelos, mejor dicho).
Anímate Esquizo. ¡Vas a ver que linda queda!
Fue así que me decidí, por libre y espontánea presión de mis amigas, a someterme a la depilación de mi “virilha” por una profesional. Promesas de que no dolía casi nada (menos que las piernas), y el teléfono y nombre del instituto donde ellas son clientas.
A las 10 de la mañana (previa cita por tel) estaba ahí para hacerme atender con Susanita, que según mis amigas es encantadora.
- ¿Normal o completa?
No sabía a que se refería, pero valiente y curiosa como soy, con toda naturalidad y como si fuera habitué, respondí sin titubear
- Completa.
Fuimos hasta un corredor lleno de puertitas a cada lado, desde donde salían quejidos, conversaciones, grititos…a mi ya me vino un frío en la barriga, y sin haberme sacado ni el sombrero. Entramos en una sala muy linda, con flores, una camilla toda modernota, y una mesa llena de aparatos raros. Reconocí unas pinzas, por el humito el recipiente de la cera, tijeras, y estaba tan asustada, que creo que hasta un desfibrilador vi.
-Puedes acostarte.
Me levanté la falda y quedé a la espera que Mengele comenzara su faena. Pasó un cordoncito por donde entran las piernas en la bombacha y la amarró bien fuerte. Quedó solo una tirita cubriendo a Rebeca.(Nombre cariñoso con el que bauticé mi xoxotinha. Disculpen que me olvidé presentársela antes).
- Depilación completa, ¿no?
- Por supuesto, respondí (ya menos segura y menos curiosa).
Ahí la veo que regresa de la mesita con una espátula con la cera humeante. Hasta que fue agradable la sensación cuando embadurnó a mi camarada… Hasta que vino el primer tirón!
Fue rápido y fatal. Sentí que toda la piel de mi verilha había sido arrancada y que solo quedaron los huesos en la camilla. No tuve coraje de abrir los ojos, sabía que vería mi sangre hasta en el techo.
- ¿Todo bien Esquizo? Me preguntó con voz preocupada al verme toda morada. Es que me había olvidado de respirar. Tenía miedo que doliera más.
- Todo bien, ¿Y tu?
El proceso medieval continuó. A cada arrancón me daban ganas de darle unas trompadas a la Susanita. Me imaginaba ahora a mis amigas reunidas en la confitería, riéndose de cómo me habían “hecho entrar” al grupo y no sufrir solas.
- Ta quedando preciosa, quedaron unos “enclavados” aquí que ya te los saco con la pinza.
Por mi podía pincear nomás que no sentiría nada. Tenía todo dormido...¡Dormido nada! Sufrí cada tirón como si mis “clavos” estuvieran herrumbrados. Cuantas ganas de matarla tenía, sin imaginar que el verdadero motivo para eso, todavía no había llegado.
- Sácate la bombachita y acuéstate de costado.
- ¿Qué quéééééé´????
- Pediste completa, ¿no?
- Ah siiii…dije como si recién me despertara de un plácido sueño.
- Con esta mano levanta la nalga para separarla bien de la otra, así paso la cera en tu “pum-pum”.
No podía ver lo que Susanita veía, pero ella estaba cara a cara con él y yo colaborando en exhibirlo. Algo tan íntimo, tan…que se yo… Sentí ganas de llorar, de tirale un PUM en la cara y envenenarla. Creo que nunca me había sentido tan vulnerable y avergonzada. Pero esos pensamientos no demoraron mucho, ya que de repente fui llamada a la realidad. Sentí el cariño falso de la cera calentita, embadurnando mi ojo ciego.
Les juro que no sabía que era peor. Si el miedo a la arrancada de la cera, o a la situación tan bizarra en que sola me había metido. Me alivió un poco el pensar que ella debe ver muchos de culos por día. El mío no sería el que recordaría de por vida entre tantos…No pude seguir con mi razonamiento. Susanita dio el arrancón y sentí que junto a la cera fue completito mi aparato digestivo. Mordí la almohada y gruñi bajito junto a puteadas, Dioses míos y otras yerbas.
Apenas una lágrima solitaria se me escapó. Era demasiado dolor, demasiada vergüenza. No tenía sentido pasar por eso.
- ¿Dolió?
- Ni lo sentí. Eres muy profesional "Su".
Salí del instituto con sed de venganza. Quería matar mis amigas, hacerme feminista, quemar en la hoguera a Susanita, morir peluda, hacer paseatas para protestar, pedir una ley anti depilación completa…
Lo primero que hice cuando llegué a casa, fue pedirle disculpas a mi maquinita de afeitar por la traición.
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