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¿Todavía se trabaja por amor?
Pienso que si. La diferencia es que hubo una época, en que el amor duraba más de lo que está durando hoy.
De la misma manera que el promedio de un casamiento en este nuevo siglo, no llega a los cinco años, un empleo también está entrando en esos plazos.
Tanto las relaciones personales como las laborales, creo que tienen tres etapas: Amooooor, comprensión y aceptación.
En la primera, lo que se siente es que ninguna dificultad será lo suficientemente grande, como para impedir un entendimiento mutuo.
En la segunda fase, ya uno comienza a ver que no todo es perfecto, pero…nada es tan malo que no pueda ser comprendido, perdonado y olvidado.
En la tercera, se descubre que la realidad no era aquella que el amor prometía al inicio. Pero…la vida todavía puede ser compartida, si por uno de los lados hay paciencia, y por el otro, la dosis necesaria para evitar que la rutina, haga que las horas pasen despacio, y los años deprisa.
La felicidad consiste en estirar al máximo cada una de esas tres etapas. Cuando eso no sucede, los problemas pasan a aflorar rápidamente. El nivel de exigencia aumenta, las reclamaciones se tornan más constantes. Los bienes materiales comienzan a tener una proporción mayor en la escala personal de valores. La comprensión es substituida por las continuas cobranzas, y el perdón por la crítica. Es en este momento que el tiempo, que era un aliado, vira un enemigo.
¿Tiene solución?
Tiene. Caer fuera de esa relación, que es lo que la gente está haciendo, cada vez con más frecuencia.
No es que el amor por el trabajo terminó. Es que él está a los pocos, dejando de ser lo que un día fue:
Una Alianza a largo plazo.
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