Pero,
¿pueden armonizarse las diferencias entre el Antiguo y el Nuevo Testamento?

Ilustrémoslo del siguiente modo:

un padre puede disciplinar a sus dos hijos de manera diferente,
pues sabe que ambos tienen una personalidad distinta.

De modo parecido, en el Antiguo Testamento,
el tono del consejo de Jehová a los miembros de la nación de Israel, dedicados a Él desde su nacimiento, difería del empleado en el Nuevo Testamento con relación a la congregación cristiana, un grupo de personas dedicadas a Él por elección propia.

Por lo tanto, un examen detenido de la Biblia muestra que estas dos secciones que la componen no*son contradictorias, sino complementarias. Ambas partes son necesarias “para que el hombre de Dios sea enteramente competente”.
(2*Timoteo 3:16,*17.)

Por ejemplo: ¿apoya el Antiguo Testamento el espíritu de venganza personal mientras que en el Nuevo se condena? ¡De ningún modo! Ambos recomiendan que amemos a nuestros enemigos y ponen de manifiesto que la venganza pertenece a Dios.

(Compárense Deuteronomio 32:35, 41
y Proverbios 25:21, 22 con Romanos 12:17-21.)


De hecho, cuando en el Antiguo Testamento se habla de ‘ojo por ojo y diente por diente’, el contexto de esta declaración no*tiene que ver con la venganza personal, sino con una compensación equitativa que imponía un tribunal de justicia debidamente autorizado.
(Éxodo 21:1, 22-25.)

No, el Antiguo Testamento no es obsoleto ni contradictorio. La Biblia en su conjunto testifica que es tan actual y relevante para los cristianos hoy día como el Nuevo Testamento. Recuerde las palabras de Jesucristo: “No de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová”. Dicha expresión no solo incluiría las Escrituras Griegas Cristianas, sino que también abarcaría las Escrituras Hebreas.