Ninguna escritura que viene de los apóstoles
escogidos por Dios e inspirados por espiritu santo
contradice a Jesús, Jesús mismo utiliza a los apóstoles
para comunicarse con las congregaciones recientemente formadas por Pablo


Entre los muchos profetas a quienes Jehová favoreció con revelaciones directas estuvo Daniel, un “hombre muy deseable” a la vista de Dios. (Daniel 10:11, 19) Jehová le dio mucha información específica en cuanto al propio tiempo de Daniel y tiempos futuros; pero Daniel no entendió todo lo que encerraba el asunto. Respecto a algunas de las visiones que vio, dijo: “Oí, pero no pude entender.” Cuando pidió más información, se le dijo: “Anda, Daniel, porque las palabras quedan secretas y selladas hasta el tiempo del fin.” (Daniel 12:8, 9) De manera similar, Jehová Dios continuó revelando muchas verdades a sus siervos los profetas. Sin embargo, hubo muchas cosas que ellos no llegaron a entender.

Por eso el apóstol Pedro pudo escribir:
Respecto de esta misma salvación
los profetas que profetizaron
acerca de la bondad inmerecida propuesta para ustedes
hicieron una indagación diligente y una búsqueda cuidadosa.
Siguieron investigando qué época en particular
o qué suerte de época indicaba respecto
de Cristo el espíritu que había en ellos cuando
de antemano daba testimonio acerca de
los sufrimientos para Cristo
y acerca de las glorias que habían de seguir a éstos.
A ellos les fue revelado que,
no a sí mismos, sino a ustedes,
servían ellos las cosas que ahora han sido anunciadas a ustedes
.”

De hecho, ni siquiera los ángeles
tenían un entendimiento pleno y completo
de cómo se desarrollarían los propósitos de Dios.

—1*Pedro 1:10-12.

Dios revela su voluntad a sus siervos solo al debido tiempo de él,
y esto aplicó hasta a Jesucristo el mayor siervo y sacerdote de Dios.

Indudablemente Jesús recibió información directa mientras estuvo con su Padre en el cielo. Pero él mismo no sabía cuándo vendría el fin de nuestro sistema de cosas actual. Por eso confesó: “Respecto a aquel día y hora nadie sabe, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino solo el Padre.”—Mateo 24:36.
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