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Me da pena y lástima que hayan sido engañados y a su vez engañen a otros con paparruchadas como esta: En [el] principio la Palabra era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios. Juan 1:1 TNM
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Los Testigos de Jehová han cuestionado la traducción «el Verbo era Dios», traduciéndola como «la Palabra era un dios», implicando que el Verbo era simplemente un ser celestial pero no plenamente divino. Justifican su traducción apuntando al hecho de que el artículo definido (gr. jo, «el») no aparece antes de la palabra griega teos («Dios»). Dicen que teos debe traducirse «un dios». Sin embargo, ningún erudito griego reconocido ha seguido jamás tal interpretación en ninguna parte, porque es comúnmente conocido que la oración sigue una regla regular de la gramática griega, y la ausencia del artículo definido meramente indica que «Dios» es el predicado en lugar del sujeto de la oración.

La debilidad de la posición de los Testigos de Jehová se puede ver además en su traducción del resto del capítulo. Por varias otras razones gramaticales, la palabra teos también carece de artículo definido en otros lugares de este capítulo, como en el versículo 6: («Vino un hombre llamado Juan. Dios lo envió»), versículo 12 («les dio el derecho de ser hijos de Dios»), y el versículo 18 («A Dios nadie lo ha visto nunca»). Si los Testigos de Jehová fueran coherentes en su argumento en cuanto a la ausencia del artículo definido, también habrían traducido todos estos otros casos con la frase «un dios», pero los tradujeron «Dios».
Análisis gramatical de Juan 1:1

Vayamos ahora al texto original. El Nuevo Testamento griego, basado en los textos críticos del profesor Eberhard Nestle, de Westcott y Hort, y de Bernhard Weiss, todos ellos reconocidas autoridades en el griego de los documentos novotestamentarios, dice: «En arkhe en ho Logos, kai ho Logos en pros ton Theon, kai Theos en ho Logos».
Voy a tratar de traducir lo más literalmente posible:
«En principio era el Verbo, y el Verbo estaba con el Dios, y Dios era el Verbo».

Ahora bien: los «Testigos de Jehová» argumentan de esta forma: el segundo nombre «Dios» no va precedido de artículo determinado, y esto indica que no se trata del mismo Dios. Por consiguiente, al escribirse la segunda vez el nombre de Dios sin artículo, se nos enseña con respecto al Verbo que Juan se refería a un «dios» de menor categoría, de calidad inferior y no igual al verdadero Dios.

Por otra parte —dicen—, existen copias de manuscritos griegos del Evangelio de Juan, en los cuales el segundo nombre «Dios» de este texto aparece escrito con inicial minúscula, lo que —siempre según ellos— viene a confirmar que el Verbo era un «dios» de segunda clase.

Además, en la gramática griega no existen los artículos indeterminados; se suponen cuando su morfología textual lo permite. Los nombres usados en griego sin artículo se traducen sin él o con el artículo indefinido. De ahí que, muy arbitrariamente, y cegados por su propia interpretación convencional, los «Testigos» hayan optado por traducir que «el Verbo era un dios».

Pero ese sistema de razonar es una hábil argucia, una artimaña sutil ideada por los traductores de la versión Nuevo Mundo para atacar la divinidad de Cristo y engañar así a quienes desconocen las reglas de la gramática griega. Porque, como veremos a continuación, la distinción que se aduce de «el Dios» y «Dios», esgrimida para apoyar y justificar una traducción que carece de fundamento escriturístico, no establece diferencia básica alguna en nuestro texto.

La gramática griega se distingue de la inglesa y de la española en varios aspectos, y el uso del artículo es uno de ellos. Tanto en español como en inglés existe el artículo definido el y el artículo indefinido un. En griego, por el contrario, como ya hemos dicho, solamente existe el artículo determinado ho. Asimismo, sabemos que una palabra acompañada del artículo definido (el) expresa identificación; y una palabra acompañada del artículo indeterminado (un) es indefinida.

Pero en griego no es así. La presencia del artículo en el idioma griego identifica a la persona u objeto. La ausencia del artículo enfatiza la cualidad de la persona u objeto. Aunque puede también omitirse el artículo en las máximas, sentencias y expresiones de carácter general.

A continuación citamos la explicación que sobre el artículo griego aparece en Un Manual de la Gramática del Griego del Nuevo Testamento, por H. E. Dana y Julius R. Mantey:
«La función del artículo es señalar un objeto o llamar la atención a este. Cuando el artículo aparece, el objeto es ciertamente definido. Cuando el artículo no se usa, el objeto puede o no ser definido… La función básica del artículo griego es señalar la identidad individual» (pág. 137). «Algunas veces, con un nombre que el contexto comprueba ser definido, EL ARTÍCULO NO SE USA. Esto hace que la fuerza recaiga sobre el aspecto cualitativo del nombre en lugar de su sola identidad. Un pensamiento puede concebirse desde dos puntos de vista: 1) identidad, y 2) cualidad. Para indicar el primer punto de vista, el griego usa el artículo; para el segundo, el anathorous (sin artículo) es usado. También en expresiones que han sido tecnificadas o estereotipadas, y en salutaciones, el artículo tampoco se usa» (pág. 149).

En conclusión: la gramática griega enseña que la ausencia del artículo no hace al nombre necesariamente indefinido, por las siguientes razones:

a. El nombre en griego tiene definitividad intrínseca.
b. Puede suprimirse el artículo al lado de ciertos nombres comunes que designan seres únicos en su especie y de NOMBRES PROPIOS.
c. Cuando un nombre se usa sin el artículo, el autor desea enfatizar la cualidad o carácter de ese nombre.
d. Gramaticalmente, un predicado nominal formado por un verbo copulativo (ser o estar) carece de artículo porque no lo necesita. Y este es precisamente el caso de la oración sustantiva del verbo ser de Juan 1:1, donde el predicado «Theos» es nominativo al igual que el sujeto «Logos».

Por otra parte, la palabra «Dios» se escribe aquí sin el artículo masculino en nominativo («ho»), de que está habitualmente precedida, porque esta omisión se imponía por tener, al propio tiempo, el sentido de un adjetivo, y el vocablo desempeña en la frase el papel de atributo y no de sujeto (por las razones gramaticales expuestas), no designando a la persona, sino — como ya se ha dicho— la cualidad, el carácter, la esencia, la naturaleza de ella, que en el caso que ocupa nuestra consideración es precisamente la de la Deidad misma. En consecuencia, pues, la palabra «Dios», sin el artículo, y en conexión aquí con la palabra «Verbo», sugiere que ambos son coparticipantes de la misma esencia, coiguales en sus atributos o cualidades divinas, y consustanciales en cuanto a propia naturaleza.

Además, escribiendo el nombre «Theos» de la tercera cláusula precedido por el artículo, Juan habría identificado la Palabra y el Dios (o sea, el Padre), minimizando así la distinción que acababa de hacer en la segunda cláusula al decir que «el Verbo era con el Dios», distinción de persona, aunque no de esencia, que los cristianos aceptamos en nuestro concepto de el Padre y el Hijo.