Veamos en qué situación se encontraba Pablo
cuando escribió a los filipenses y cómo se esforzaba.
Estaba bajo arresto domiciliario en Roma, así que no podía salir a predicar.
Aun así, se mantuvo ocupado dando testimonio a quienes lo visitaban
y escribiendo cartas a congregaciones lejanas.
Del mismo modo, hoy día muchos cristianos que no pueden salir de su hogar
aprovechan para predicar cuando alguien va a su casa.
También escriben cartas animadoras a personas a las que no es posible visitar.
LO QUE YO ENSEÑO NO ES MIO
PERTENECE AL QUE ME ENVIO” (Juan 7:16.)