Pero Zacarías dice:
“Tomé los treinta siclos de plata y los eché en el tesoro del Templo del Señor”.
Luego, no es igual que:
“Tomaron las treinta monedas de plata, que fue el precio de aquel a quien tasaron los israelitas,”
Y todavía te falta;
“y compraron con ellas el campo del alfarero, de acuerdo con lo que el Señor me había ordenado".