No veo tan subjetivo el término de "hacer mal" como varios que tratan de alegar que no saber qué es lo que significa.
Por ejemplo, es un disparate lo que comenta alguien de "si obtengo un puesto de trabajo causo un mal a otro que también compite para el mismo puesto ya que no lo obtuvo y su familia se muere de hambre, queda condenado a la miseria, blah, blah, blah, snif, sob, lágrimas".
En primer lugar, causa más mal aquel que compite para un puesto de trabajo y que siendo no competente, es contratado. Si a alguien lo eligen al puesto, es por sus aptitudes, y el que queda en segundo lugar, y por tanto fuera de la empresa, es quien se causó el propio mal, al no prepararse lo suficiente para obtener el puesto.
En segundo lugar, y sobre el mismo ejemplo (mal ejemplo), nadie va a pedir un trabajo esperando causar un mal sobre el resto de los que compiten. Se va a pedir trabajo por que sabemos hacerlo, nos gusta hacerlo y por que nos adecuamos a las políticas de la empresa. La burrada de pensar que alguien va con el objeto fijo de causar un daño a otro que pide un trabajo, y por ende, calificarlo como "malo, malvado, demoníaco", es una grave tontería.
En tercer lugar, y es el punto más importante de la discusión, es increíble que haya quienes pidan que se defina "qué es maldad". Carambas, ¿pues en qué país viven? ¿No tienen una punta de más de doscientos legisladores, muchos a nivel local, y otros a nivel nacional, que crean leyes después de debatirlas días, semanas y meses? Señores, eso es la ley, y define lo que es bueno y malo, después de todo, ustedes eligieron a quienes hicieron las leyes.
Que aún y con eso haya estúpidos que se dedican a quebrantar la ley, cometiendo desde pequeños robos y fraudes, hasta secuestros, asesinatos, venta de droga entre otros crímenes peores, la razón principal es QUE PUEDEN HACERLO. Así como hay quienes tenemos libertad para evitar al máximo violar la ley, más que por convicción, por conveniencia, hay quienes gustan el camino simple y fácil, dejando a sus emociones y sentimientos de cavernícolas a romper el pacto con la sociedad y hacer lo que se les pega la gana.
Es cuestión de mucho valor seguir los pasos del bien. Requiere tener la cabeza fría, la serenidad de un roble y la visión de un águila. El que opta por el camino del mal, tiene menos capacidad que una cucaracha, y debe ser tratado con todo el rigor de la ley para detenerlo en lo individual, y en lo general, dar un ejemplo que permita disuadir a la gran mayoría que siente la atracción de hacer las cosas de manera fácil e ilegal.