Después de meses de infructuosos intentos para lograr un consenso para sanciones multilaterales, EE.UU. actuó solo con un duro programa contra firmas vinculadas a la Guardia Revolucionaria, declarada organización terrorista. Enojo en Moscú y silencio en Europa.
La administración Bush dio un paso adelante hacia un conflicto militar con Irán, imponiendo medidas punitivas a su Guardia Revolucionaria y llamando a la unidad de elite Quds una organización terrorista. Vladimir Putin inmediatamente dijo que las nuevas sanciones de Estados Unidos eran el trabajo de un “insano con una navaja en su mano”. El presidente ruso dijo: “¿Por qué empeorar la situación al amenazar con sanciones y llevar las cosas a un callejón sin salida?” El jefe de la Guardia, general Mohammad Ali Jafari, dijo: “Hoy el enemigo ha concentrado sus ataques sobre los guardias. Como siempre, y más que nunca, el cuerpo está listo para defender los ideales de la revolución”.
Las sanciones son las medidas más duras contra Teherán desde la toma de la embajada de Estados Unidos en 1979, bajo la presidencia de Jimmy Carter. Nunca antes en su historia Estados Unidos tomó semejantes medidas contra las fuerzas armadas de un gobierno independiente. La secretaria de Estado de Estados Unidos, Condoleezza Rice, anunció las nuevas medidas, diciendo que eran para “confrontar la conducta amenazadora de los iraníes”. Estados Unidos se vio obligado a actuar solo, con Gran Bretaña ofreciendo apoyo retórico para acciones unilaterales fuera del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Un plan para aumentar gradualmente las sanciones de la ONU está zozobrando por la oposición de Rusia y China.