El silencio que ensordece los oídos y la oscuridad que lastima los ojos se suma a este frío que quema la piel y producen todos juntos ese efecto de la madera crujiendo dentro de las llamas, tan roja tan viva pero tan inerte, cediendo su existencia a otra existencia más leve, a otra que casi pasa desapercibida, casi sino es que lo hace, pasa a otra existencia, una más ligera, la del éter.
Hoy, o más bien ayer pero hasta hoy brotó, vi que hay cosas tan frías que queman.
Mi pena es sencilla y nada misteriosa y, como tu alegría, por cualquier cosa estalla.