Hola Pana,
Entiendo lo que dices. Es muy difícil para ti admitir el ridículo, es decir, la inexistencia de Dios; sucede lo mismo a los ateos: para ellos es tan ridículo aceptar Dios como para ti negarlo. La diferencia es que ellos se creen inteligentes, sagaces, astutos, avispados y amigos de la ciencia.
Por eso la comodidad del agnóstico de poder aceptar libremente cualquiera de las dos hipótesis; no hay prejuicios. En mi caso, al no tener la fe me resulta màs difícil aceptar un dios como el Cristiano; entiendo que es tu Dios y no tengo alternativa de respetar tu convicción ya que estàs aventajado por tener la fe que te aclara tus sentimientos. Me es màs fácil aceptar una inteligencia natural o mecánica que establece las reglas a seguir en una armonía total universal, a la cual no le interesa si el hombre existe.
De todos modos, “la hipótesis de Dios” es un tema que puede interesar también a ti visto que, si bien tienes identificado tu Dios, no sabes que es o quien es.
No sabemos que es la materia ni la antimateria; hemos imaginado un hipotético àtomo que explica solamente alguna de las infinitas posibilidades del Universo. No sabemos si la materia sea solamente una manifestación del electromagnetismo y, en ese caso, todo lo que impresiona nuestros sentidos sería tan solo una ilusión.
Vivimos en una ilusión. La gravedad, la lógica, el Universo, la materia, el tiempo y el espacio. Todo es solamente un modo de sentir que estamos vivos. Hoy, nuestra mente acepta solamente lo que “la lógica” dice porque asì nos educan desde niños y asì entendemos el mundo que nos rodea. Obviamente, que me refiero a lo sensible; cuando tratamos algo màs complicado de aquello que nuestros sentidos nos dice, la lógica hace agua por todos lados.
Hemos creido de conocer las leyes naturales hasta que nos dimos cuenta que no existen las “denominadas leyes naturales” sino simples relaciones ocasionales entre dos magnitudes variables. Y digo ocasionales porque no sabemos si dichas leyes no serán diferentes dentro de unos años, digamos, dentro de mil millones de años: número que es poco significativo para el Universo.
Nuestra mente es tan poco desarrollada y con tan poca capacidad de evolucionar que es apenas destacada de aquella de los animales: aunque si cada uno cree que la suya es la mejor. El cerebro humano ha ya indicado cual es su lìmite y toda discusión sobre temas como el que nos ocupa està embarrascado. Solamente es diferente con respecto a las discusiones de los últimos siglos porque poseemos internet. Una nueva esperanza de filosofar libremente y globalmente.
Un cordial saludo.
Soco.