Mientras yo leía cosas como éstas: "El cristianismo ha hecho todo lo posible para encerrarse en un círculo infranqueable: ha declarado que la duda por sí sola constituía un pecado..."
La señora de al lado en el autobús leía El Evangelio según San Marcos, Marcos 4. Busqué y resultó ser la parábola del sembrador.
Esa casualidad me hizo ver que la famosa frase "El que tenga oídos para oir, qué oiga" no queda más que en el papel... pues muchos resultan intolerantes a ideas como la que cito arriba...
Mi pena es sencilla y nada misteriosa y, como tu alegría, por cualquier cosa estalla.