¡Sí, Lalito, defiende de tus derechos de usar tus tangas apretadas! ¡Es el derecho de toda mujer, digo, de todo hombre, digo, de todo hombre gordo, bueno, de todos!
No es justo, no es justo, no es justo
Tú sigue así. Sigue mostrando tu amorfo cuerpo. A mí, en lo particular, me provoca una risa desenfrenada: