Saludos

La postura más aceptada de la comunidad científica, hasta donde sé, es la de las mutaciones. Hay cero adaptación. Lo que sucede es que el animal con la mutación más provechosa prevalece porque no podría ser de otro modo. Cuando miramos los descubrimientos arqueológicos tendemos a exigir concordancias con las teorías, como por ejemplo, antes de que se encontrase el eslabón perdido. Pero es al revés, debemos tener los fósiles descubiertos como excepciones, como un porcentaje mínimo de las ilimitadas variaciones de especies y subespecies que han poblado la tierra. Naturalmente, quedan enormes volúmenes de suelos inexplorados, además de que en ellos descansan sólo los huesos que se han conservado. Hay, sin duda, un importante abanico de especies que debe haber desaparecido sin dejar rastro alguno y de las que con toda probabilidad nunca llegaremos a tener conocimiento. Todas esas variaciones, por su enormidad, nos dicen mucho del azar, pues si las especies se adaptasen, no habrían extinciones o las habrían en número reducido. El término adaptación es completamente inadecuado y es una forma de animismo, algo parecido a los antiguos ritos tribales, que atribuían vida y voluntad a las piedras. Bueno, los genes vivirán, pero definitivamente carecen de volutad. Me interesa esta aclaración. La verdadera maravilla de la vida estriba en que no hay ninguna voluntad que la dirija. No hay Norte hacia el que evolucionar, no hay perfeccionamiento.

Respecto de los mutantes y los negritos, así como te ha herido mi sarcasmo, también me decepciona en algo tu respuesta. Evidentemente, hay mutaciones en cada uno de nosotros, pero sabes que no me he referido a eso; entonces, no degeneremos el debate. Los negros en ningún caso son tales sólo por el color de su piel; hay una importante serie de diferencias anatómicas, fisiológicas y genéticas con ellos. Es bien sabido por lo demás, que un antropólogo, mediante la observación de restos óseos, puede determinar con precisión la raza del occiso.