Esa hora es mágica, las necesidades del cuerpo y del alma son distintas, pero nada mejor que escuchar el ritmo de la respiración y jadeos a la par del vaivén de las olas mientras los rayos del sol al amanecer acuchillan los corazones de las nubes, convirtiéndolas en ardientes bestias rojas que vagan por el cielo...
Y después... Lullaby Op.16/1, Peter Ilyich Tchaikovsky o Sleeper's Wake, George Gerswin.