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En un barrio muy pobre de una ciudad, vivía una niña muy bonita.
Ella frecuentaba la escuelita que estaba cerca de su casa.
Su madre nunca le prestaba mucha atención, por lo que la niña andaba muy descuidada y sin tomar baño asiduamente.
Sus ropitas eran muy viejas y maltratadas.
El profesor quedaba triste al ver esta situación. ¿Cómo era posible que una niña tan bonita e inteligente, asistiera a la escuela en ese estado, casi de total abandono?
Con mucho esfuerzo, sacando dinero de su poco sueldo, resolvió comprarle un vestido nuevo.
Ella iba a quedar muy linda con ese vestidito azul.
Cuando la madre vio a su hija luciendo la nueva ropa, sintió que era lamentable que su hija fuera tan desprolija a la escuela.
Por eso, comenzó a bañarla todos los días, peinarle sus cabellos y cortarle las uñas.
Cuando el final de semana llegó, el padre comentó con su esposa:
-Querida... ¿Tu no hayas injusto que nuestra hija tan bonita y arrumada, tenga que vivir en este rancho cayéndose a los pedazos? Tu ordenas la casa y yo voy a pintar las paredes, a arreglar la cerca y cortar la grama.
No pasó mucho tiempo, cuando la casa se destacaba de las otras del barrio, por su pulcritud, las flores del jardín y por el cuidado en todos los detalles.
Los vecinos comenzaron a sentir vergüenza de vivir en casas feas, y también resolvieron comenzar a mejorarlas.
En poco tiempo, todo el barrio se había transformado.
Un hombre que acompañaba los esfuerzos y la lucha de esa gente, pensó que bien merecían el auxilio de las autoridades. Fue al Alcalde a exponer sus ideas y salió con la autorización para formar una comisión de vecinos, para estudiar las posibles mejoras en el barrio.
La calle de barro, fue sustituida por asfalto y calzadas con baldosas. Los desagües antes a cielo abierto, fueron canalizados y la villa ganó aires de ciudad.
Y todo comenzó con un vestido azul.
No era intención del Profesor arreglar las calles y las casas, ni una Asociación de Vecinos.
El hizo lo que podía. Hizo su parte. Hizo el primer movimiento, que acabó haciendo que las otras personas se motivaran a luchar para mejorar.
¿Será que cada uno de nosotros estamos haciendo nuestra parte en el planeta que vivimos?
¿O solo somos los que apuntamos con el dedo los pozos de la calle, reclamamos de los niños abandonados y sin escuela, o que el Presidente de la Junta de Vecinos lo hace solamente con fines políticos y financieros?
Es muy difícil cambiar las cosas como están.
Es muy difícil limpiar toda la calle.
¿Pero y nuestra vereda?
Es difícil mudar al planeta. Y muchísimo más, solo pensando. Y muchísimo más aun, encontrándole defectos y haciendo pronósticos apocalípticos a cualquier iniciativa.
Yo ya regalé un vestido azul.
¿Y tu?
...
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